Un reto prometedor


Querer, desde el corazón de un padre y el alma de una madre, es un reto que hay que afrontar para presentar al mundo un ser humano cargado de historia y empuje. Es prometedor reconocerse como consejero y orientador en la vida de tu hijo-a, pues al adoptar una actitud responsable vamos forjando el libro del crecimiento y las páginas de las oportunidades.

Para ello debemos formarnos, preguntarnos y respondernos, como la única estrategia para aprender lo que necesitan y devolverles el mundo que le pedimos prestado en mejores condiciones que cuando lo recibimos y con ellos, como protagonistas verdaderos de nuestro futuro más inmediato.


Crecer es un reto y proyectarnos es un deber que hay que cumplir, reclamando el derecho a enfocar la educación en la esfera de relación padres-hijo, permitiendo la contribución de familiares y amigos en un escenario donde todo se comparte con el único propósito de aportar para el desarrollo integral del niño y del adolescente, en su lanzamiento a un mundo de puertas abiertas, repleto de oportunidades y limitantes.

Dr. Juan Aranda Gámiz



viernes, 24 de agosto de 2012

LA CAJA DE HERRAMIENTAS DE LOS PADRES

Los padres deben considerar que necesitan una caja de herramientas con lo necesario para cualquier avería en la relación padres-hijos, sin olvidarse lo necesario por cualquier imprevisto y de cualquier índole; mantenerla en buen estado, equipada y ordenada, actualizada y con brillo, esa es la verdadera tarea de unos padres, con su propia caja de herramientas.

Es fundamental llevar una sombrilla de mano, porque ocupa poco espacio y ante la tormenta de dudas, ese enjambre ruidoso de críticas que parecen caer arreciando desde el cielo, es ideal abrirla y esperar a que pase el chapetón sin que moje o penetre, pues luego te puedes arrepentir de haberte expuesto a un temporal que no te esperabas. Así, después de algunos días podrás hablar con quien provocó esos nubarrones y analizar cómo se formaron y de qué forma se derramó su contenido en forma de tormenta tropical, esa es la condición para entablar un diálogo entre padres e hijos, fuera quien fuese el que goteaba injurias y amenazas, mentiras o palabras de repudio y alejamiento.

Es ideal disponer de unas tenazas, porque siempre hay clavos que penetraron profundamente en el cuerpo y el alma del otro, a costa de golpes de martillo, ese mazo que está hecho de personalidades difíciles de moldear y con un acabado imperfecto, educados con la dureza de la calle y brillando de irresponsabilidades y coraje maldecido; ahí hay que sacarlos para rellenar ese vacío que queda con presencia y compañía, una pizca de comprensión y verdad.

También hay que llevar una cinta métrica, porque es importante medirnos con respecto a nuestros hijos y analizar si vamos disminuyendo nuestra talla en relación con quienes están estirándose, porque eso hay que compensarlo con centímetros de consejos buenos y milímetros de aproximación para que entiendan que no hay mejor patrón que los padres, porque son tela de la misma tela y del mismo tejido.

No se nos puede olvidar una tijera, porque debe haber momentos para inaugurar y cortar la cinta, con lo que recibiremos el aplauso por haber inaugurado un curso para padres, dirigido por nuestros hijos y haberlos convocado a un curso para adolescentes dictado por nosotros; una impronta que debe quedar grabada en la mente de quienes nos observan porque han comprobado que estamos dando pasos en esta relación, a veces entendida como competencia porque los hijos nos superan en adaptación y compromiso, por lo que queremos competir sin calentar previamente nuestra musculatura y por eso nos agotamos fácilmente y queremos controlar la situación con golpes o con voces, cuando en el fondo debe haber una alacena para almacenar la calma y la paciencia, las únicas herramientas con las que se construyen vidas para el futuro.

Ay de quien se olvide un lápiz, porque debemos anotar todo lo que ha pasado y lo que hemos dicho, con lo cual podremos seguir la conversación en otro momento y lugar, sin haber perdido el hilo de lo dialogado; es fundamental que entendamos que detrás de cualquier actitud hay una verdad que siempre debe ser la misma, por lo que no debemos olvidar las promesas ni las delegaciones, las oportunidades ni los deberes, todo cuenta en una relación que no debe ni puede perderse una hora para seguir creciendo mutuamente.

Te recomiendo que nunca te olvides un papel, porque ahí pueden enviarse notas cuando las palabras altisonantes estén dispuestas a salir por la boca de cualquier padre o hijo, atacándose como contrincantes en una pelea con mucha carga genética. También puedes establecer unas normas básicas de relación, para respetarlas de parte y parte, como una constitución aplicable al seno familiar, de donde salen enmiendas y reformas que son los momentos de crecimiento que van necesitando libertad y los momentos de agotamiento que también requieren paz y ambos, en cualquier caso, van a precisar una referencia escrita a la que puedan dirigirse ambos y así se mantendrá estable la relación por siempre.

Cuida tu caja, siempre y cuando tengas dentro agua oxigenada para limpiar y asear las heridas provocadas y aún abiertas, con lo que aprovecharás para impulsar su cicatrización oportuna, es la mejor forma de asepsia a partir del diálogo inter-generacional, entre padres e hijos.

Pon alcohol para desinfectar las manos y no contaminarlas abrazando instrumentos para golpear, humillar, destruir o aniquilar, ya que el proyecto de relación entre padres e hijos debe ser un proyecto de manos limpias, sin amenazas ni violaciones, sin reprimendas que dejen huella ni contusiones de verbos apretados por las prisas y deformados por la falta de tiempo y el odio no vomitado.

Al final, lo cubres todo con algunas servilletas, porque es importante secar el sudor y seguir luchando en esta tarea que debe tener contundencia y amor, al mismo tiempo, pero incluso para ofrecérsela a quien tienes en frente y permitirle que te ayude a secar la saliva que quedó goteando cuando la rabia ya llegó al suelo desde tu boca.

Si en algún momento has necesitado usar alguna herramienta busca lo necesario para darle el mantenimiento necesario y tenerla disponible para otra ocasión. Sé un mecánico responsable y siempre lleva la caja de herramientas contigo, porque el futuro de la relación depende de que hagas un buen trabajo, todo lo profesional que puedas o una chapuza de la que te puedes acordar toda la vida.

Un fuerte abrazo de un amigo que nunca te falla.


Juan Aranda Gámiz

lunes, 13 de agosto de 2012

¿HAY UN TALLER PARA PADRES?

Debemos considerarnos vehículos que correteamos calles y carreteras, pero no somos máquinas porque pensamos en que transportamos seres humanos y maletas, debiendo cuidar nuestros engranajes y lubricar nuestras piezas, vigilar la cantidad de aire de nuestros neumáticos y cambiar el aceite, cada cierto tiempo, tener el depósito cargado y agua para el limpia-parabrisas; sólo así aseguraremos un viaje sin sobresaltos.

Todo esto lo hacemos porque somos responsables y queremos que nuestra tripulación y cuantos viajeros llenen los asientos vacíos de nuestro vehículo se sientan cómodos y confiados en que realizamos bien nuestra tarea y que ningún imprevisto, control de carreteras o despiste nos va a impedir cumplir con nuestra tarea de llegar felices, sanos y salvos a destino. Esto condiciona muchas horas de limpieza y algunas más de mecánica, para recibir la asesoría y el apoyo necesarios para que todo funcione adecuadamente.

Un padre o una madre, entendidos como vehículos que transportan viajeros muy especiales, como son nuestros hijos, deben tener claro que nunca iniciaron su recorrido, desde que salieron de la concesionaria de personas solteras y arrancaron su recorrido de vida de pareja, con un manual "para padres" debajo del brazo, sino que después de la primera revisión "cuando fuimos padres por primera vez", nos entregaron unas indicaciones elementales:

                                    1. No lo aceleren mucho, traten a este viajero (su hijo) con sumo cuidado.
                                    2. No se olviden de las revisiones (consultas al Pediatra, lactancia y vacunas).
                                    3. Es normal que al principio nos preocupemos de cualquier ruido (llantos, gases).

Pero nos empezamos a preocupar porque nos falta el sueño y porque no lacta lo suficiente, porque engorda mucho o porque se orina en la cama cuando queremos quitarle el pañal, porque no controla esfínteres o porque no crece como el vecino. Empieza a parecerse a todo el mundo y los rasgos cambian de un día para otro, dependiendo de quien opine, porque para eso siempre hay expertos, nosotros mismos creemos que hemos engendrado y procreado un fenómeno porque mueve un dedo y creemos que nadie antes lo había hecho a una edad tan temprana, por lo que empezamos a sobre-protegerle y generamos expectativas infundadas de las que luego nos vamos arrepintiendo con el paso de los años.

Entonces necesitamos sentarnos y buscar en la guía telefónica un "Taller para padres" y cuando queremos concertar una cita, nos sorprende un mensaje grabado:

    Bienvenidos al único taller para padres:
 
    1. Si usted es un vehículo estropeado y no se adapta a las circunstancias de la paternidad, pulse 1.
    2. Si usted tiene un viajero (hijo) con el que es imposible conectarse pulse 2.
    3. Si a usted le falta mantenimiento pulse 3.
    4. Si su viajero es diferente a los demás y es viajero de otro vehículo (adoptado) pulse 4.
    5. Si su viajero no se siente cómodo (es hiperactivo) pulse 5.
    6. Si el vehículo requiere cambio de aceite (que el padre haga un curso de reciclaje) pulse 6.
    7. Si el vehículo (padres) requiere un lavado y engrasado (busca sólo apariencias) pulse 7.
    8. Si el viajero (hijo) quiere anular su boleto (no desea ser su hijo más tiempo) pulse 8.
  9. Si el viajero (hijo) lleva muchas maletas y no entra otro viajero (hijo con muchos problemas y no    sabemos si es prudente tener o no otro hijo) pulse 9.
  10. Si el viajero (hijos) se va a quedar en la primera parada (tiene pronóstico fatal a corto plazo) y no sabe si merece la pena arrancar el vehículo, porque no hay más viajeros, presione 10.

Una vez que presione cualquiera de los botones (extensiones, del 1 al 10), va a salir otro mensaje grabado:

   A. Gracias por pulsar el botón 1: Puede faltar paciencia, tolerancia, decisión, ánimo, empuje o convicción
   B. Gracias por pulsar el botón 2: Puede haber exceso de libertad o de control, falta de diálogo o tiempo
   C. Gracias por pulsar el botón 3: Puede tener falta de rodaje, su infancia no fue de apoyo o no se dedica
   D. Gracias por pulsar el botón 4: Puede haber desconfianza, desapego o miedo a comunicárselo
   E. Gracias por pulsar el botón 5: Puede que sea un hogar muy exigente o haya demasiados controles.
   F. Gracias por pulsar el botón 6: Puede necesitar saber quién es, cómo hacer un proyecto o escuchar.
   G. Gracias por pulsar el botón 7: Puede necesitar que examinen a los padres y sigan tratamiento.
   H. Gracias por pulsar el botón 8: Puede haber adicciones, presión externa en mayor grado que interna.
   I. Gracias por pulsar el botón 9: Puede necesitar opinión de su viajero o explicarle la palabra hermano
   J. Gracias por pulsar el botón 10: Puede faltarle deseos de vivir y aprender de quien le va a dejar pronto

Después de escuchar atentamente la grabación telefónica, le van a proponer alternativas:


   A. Gracias por pulsar el botón 1: Vaya a la sección de electricidad y vea todas las conexiones.
   B. Gracias por pulsar el botón 2: Vaya a la sección de dinámica y compruebe el confort.
   C. Gracias por pulsar el botón 3: Vaya a la sección de mantenimiento y observe el desgaste
   D. Gracias por pulsar el botón 4: Vaya a la sección de pruebas y haga una fotografía completa.
   E. Gracias por pulsar el botón 5: Vaya a la sección de estática y pase un examen psicomotriz
   F. Gracias por pulsar el botón 6: Vaya a la sección de mecánica y ejecute los ajustes necesarios
   G. Gracias por pulsar el botón 7: Vaya a la sección de engrasado y limpie las manchas que no se ven
   H. Gracias por pulsar el botón 8: Vaya a la sección de balanceo y adapte los vaivenes que se sienten.
   I. Gracias por pulsar el botón 9: Vaya a la sección de alineación y controle el equilibrio necesario
   J. Gracias por pulsar el botón 10: Vaya a la sección de repuestos y valore lo original.

Gracias por considerar tu paternidad o maternidad un vehículo recién comprado, sin posibilidad de cambiarlo, sólo de mejorarlo y adaptarlo para la mayor comodidad, satisfacción y orgullo de tus principales viajeros (tus hijos), pues así siempre van a recordar los viajes en su carro preferido (sus propios padres).

Un fuerte abrazo.

Dr. Juan Aranda Gámiz



domingo, 5 de agosto de 2012

¿QUIÉN DE LOS DOS PARIRÁ?

Creemos que en la paternidad y la maternidad debe haber quien lidere esta propuesta futura de vida, iniciando la cadena de eventos a partir de un parto prometedor, al mismo tiempo que incierto, y así sólo el que para podrá asumir mayor responsabilidad y tendrá más derechos.

Quien no está preparado biológicamente para parir piensa que puede abandonar cuando desee y alejarse del hijo que procreó, dejando una tarea inconclusa a su pareja y que su propia exigencia le permita recoger la bonificación mensual que le dará para manutención, hospitalidad, vestimenta y educación, porque así también está contribuyendo, pero en la más triste ausencia.

Quien no está listo para sufrir con las contracciones del parto, aunque no sea en su propio cuerpo, estar presente para escuchar las primeras palabras de su hijo o ayudarle a caminar, jugar a ser niño o sujetarlo para que mame responsabilidad, dulzura, entrega, tesón y fe en sí mismo, humildad y fortaleza para conocerse mejor cada día, con la teta de tu presencia, es porque confía que la tarea es de quien lo parió.

Quien no reconoce que su hijo tiene sus propios rasgos y sus hábitos, sus modales y su carácter, es porque ha perdido el tiempo para mirarlo y acompañarlo, moldearlo en lo que él se haya identificado como estigmas negativos y aplaudirlo en lo que se consideres afortunado, es porque no tuvo dolor de parto.

Quien pare y regala el fruto de sus entrañas no tiene identificado el significado de la maternidad, porque comercializa los sentimientos para ofertar presencia en una pareja donde, con el paso de los años, se generará un movimiento de búsqueda de sus propias raíces para reclamar o acoger, intentando explicarse porqué se puede confundir una sala de partos con una tienda de la esquina, para que la vida se transforme en un artículo de compra y venta.

Quien da a luz y olvida, justificando que hay circunstancias extrañas a lo que debió llamar abandono, porque no sintió la voz de su hijo y las patadas en su vientre y arrinconado en una esquina de su abdomen porque ya presentía que iba a vivir sólo, va a vivir en las tinieblas de un falso concepto de sí y nunca va a encontrar el significado real de una maternidad que precisa construirse poco a poco, a fuerza de caídas y recaídas, hasta que descubra el daño que puede provocar ser padre o madre para sentir el abandono de los suyos y preguntarse el porqué se siente tan sólo, en la última etapa de su vida, simplemente porque no estaba preparada para vivir para dos o para tres, es porque la paternidad o la maternidad llegaron a su vida cuando aún era muy inmaduro.

Quien mira al hijo que nace y ante la menor duda o problema huye porque cree tener prisas y no regresa ni para decir adiós o para acompañarle al médico, del que dependerá para siempre por una enfermedad congénita o malformación, es porque nunca pensó en el peso de incertidumbre que acompaña al deseo de ser padre o madre, porque hay que ponerse en manos del destino y Dios sabrá a quien regalará sufrimiento que les permita crecer y bienestar para aprender a soportar más tarde el dolor que les ha de llegar.

Quien no tolera muchas preguntas y carece de tiempo para escuchar, es porque no se limpió los oídos de la paternidad y maternidad, con los cotonetes (bastoncillos) de la paciencia de una mirada de amor o la ternura de un silencio, mientras se busca la mejor respuesta que está forjándose con el alfabeto del alma, pues sólo ahí se pueden encontrar renglones de apoyo, cargados de palabras de presencia y soporte.

Quien no permite educar a quien no pudo parir o quien desea parir para ser padre y madre, cumpliendo un deseo y completar sus aspiraciones en este mundo, con semen u óvulos comprados al mejor postor, es porque no asumió que en el parto deben empujar los dos, respirar los dos, expulsar los dos y alumbrar los dos, con una placenta a medias y un sangrado que les va a desgarrar a los dos, jadeando los dos de felicidad, porque al fin y al cabo deben parir los dos, ya que para ellos está reservada la paternidad y la maternidad.

No pare la madre ni el padre va de espectador, el dolor no es cosa de uno ni la respiración se interrumpe sólo a la parturienta, porque la responsabilidad fue de los dos al momento de engendrar a su hijo y no hay parto sin dolor cuando yace una expectativa que va a precisar mucho esfuerzo y mucha templanza en la construcción de la vida de un hijo.

En el embarazo, uno alquila su vientre y el otro llama a cada rato, tocando y escuchando, acariciando y preguntando. En el parto, se escuchan gritos de una parte y palpitaciones de la otra, carreras de un lado y rotura de la fuente de la otra, camillas que aceleran su tránsito y apretones de manos sudorosas, manos que acogen a recién nacidos y miradas que cambian la razón de ser; todo, de parte y parte, son los dolores del parto.

Así que si alguien me preguntara, después del embarazo que pueda llevar una pareja, ¿Quién de los dos parirá?, tengo que decirle que "parirán los dos", porque los dos decidieron, los dos aceptaron, los dos alimentaron su primera etapa intra-uterina, los dos estuvieron presentes en el parto y gritaron, sufrieron y se lamentaron agotados de satisfacción, expulsaron una placenta a medias y seguirán haciéndolo todo "entre los dos", porque ese será el sentido que le darán a la media paternidad y media maternidad con la que pretenderán construir una "responsabilidad compartida", aceptando a medias y sufriendo a medias, luchando a medias y replanteándose a medias, proponiendo a medias y alcanzando entre los dos esa meta de padres.

Gracias a todos mis amigos y hasta la próxima lección



Dr. Juan Aranda Gámiz.