OTRO
AÑO DISPONIBLE PARA SER PADRES
Hemos
terminado una parte de la tarea y vemos crecer a nuestros hijos, enfocados en
su nueva etapa de crecimiento y nosotros de decrecimiento, pero con nuevas
esperanzas de ser cada día mejores padres en un mundo que va a ser de ellos.
Tenemos por
delante otra tarea, la de unos entusiastas que han aprendido de una historia de
vida y quieren seguir proyectados para cambiar el rumbo de los acontecimientos
de la vida diaria de nuestros hijos.
Hemos superado
avatares y desencuentros, aliñados con voces, gritos, malentendidos y hasta
sobresaltos, pero cuando se hace balance nos damos cuenta que el promedio
siempre es favorable en el total de los totales, con lo que podemos decir, a
sabiendas que hemos depositado mucho empeño en nuestra tarea, “suma y sigue”.
Nos hemos
alimentado de horas de espera en la madrugada, malos tragos con las
calificaciones, miradas tristes por alguna mentira de la adolescencia y
desenfados que arrancaron un perdón y nos supo a gloria.
Hubo crisis de
valores y de bolsillos de adolescentes inmaduros, nos enfrentamos a fines de
semana de castigo, porque también nosotros sacrificamos nuestros ratos libres
por vigilancia de sufrimiento, por ellos y nosotros.
Dedicamos
oraciones y ruegos, no faltaron santos con notas y mensajes en el buzón para
que se acordaran de nosotros, monedas y limosnas para que se compren unas
chucherías los encargados de las buenas conductas, allá en el cielo y
practicamos el olfato de un can amaestrado para percatarnos que no había
intromisiones algunas en su vida.
Conocimos a
amigas y amigos, algunos más desorientados que otros, pero todos los que
seleccionamos es porque les sirvieron de apoyo y nos animamos a escucharles
cuando nos narraban que sirvieron de soporte para otros, en peores
circunstancias que las suyas.
Tuvimos que
conversar con el vecino, pedimos explicaciones a algún profesor, contemplamos a
nuestro hijo en la fiesta de Navidad para padres, interpretando algún papel y,
en ocasiones, en un idioma extranjero, ensanchamos la casa para que entre todo
el mundo y nos acercamos a los abuelos, como aliados, para que nos ayuden en la
tarea educativa.
Olimos a
tabaco y quisimos que no lo notaran, limpiamos zapatos del barro de esa calle
con la que no nos llevamos bien, encontramos cartas de desconocid@s y revistas
que nos anuncian que andan desconcertados con su cuerpo.
Todo ha sido
parte de la tarea de un año que acaba y tenemos que hacer un cursillo rápido
para empezar el siguiente. ¿Dónde? –Pus aquí, en “Escuela para padres!
Vuestro amigo,
que nunca os falla.
Juan
Aranda Gámiz.