Un reto prometedor


Querer, desde el corazón de un padre y el alma de una madre, es un reto que hay que afrontar para presentar al mundo un ser humano cargado de historia y empuje. Es prometedor reconocerse como consejero y orientador en la vida de tu hijo-a, pues al adoptar una actitud responsable vamos forjando el libro del crecimiento y las páginas de las oportunidades.

Para ello debemos formarnos, preguntarnos y respondernos, como la única estrategia para aprender lo que necesitan y devolverles el mundo que le pedimos prestado en mejores condiciones que cuando lo recibimos y con ellos, como protagonistas verdaderos de nuestro futuro más inmediato.


Crecer es un reto y proyectarnos es un deber que hay que cumplir, reclamando el derecho a enfocar la educación en la esfera de relación padres-hijo, permitiendo la contribución de familiares y amigos en un escenario donde todo se comparte con el único propósito de aportar para el desarrollo integral del niño y del adolescente, en su lanzamiento a un mundo de puertas abiertas, repleto de oportunidades y limitantes.

Dr. Juan Aranda Gámiz



jueves, 10 de abril de 2014

¿QUE TENEMOS PARA HOY?

En la vida de unos padres siempre surge esta pregunta, a modo de reflexión ...¿qué tenemos para hoy?, a veces en la mañana, antes de tomar el café o en la tarde, regresando de un trabajo pesado y cansino, creyendo que la paz tocó a su puerta y que el descanso le va a acompañar hasta la hora de irse a la cama.

Pero siempre suenan las alarmas y hay alguna tarea pendiente, porque esta pregunta es la misma que se hace cuando llegamos a un restaurante y solicitamos comer lo más fresco y ocurrente, ese sabor que identifica a la cocina del lugar.

Preguntar ¿qué tenemos para hoy? es aprender a no sobresaltarse con los comportamientos de arremetida de los más pequeños o las travesuras de los adolescentes, las quejas de los familiares o las calificaciones que se guardan para la última hora de la noche, cuando ya no quedan deseos de enfadarse ni con la obscuridad de la noche.

Nos miramos, cara a cara, para refrescar la memoria y preguntarnos si cometimos algún pecada en el pasado para tener que atravesar ahora por caminos tan escabrosos, problemas tan inverosímiles y situaciones tan comprometidas con los hijos.

Al final, reconocemos que todo tiene su encanto en la tarea tan diversa de los padres, que los problemas son retos de los que aprenderemos a seguir siendo padres y que las circunstancias difíciles son oportunidades en las que los hijos nos evalúan en nuestra tarea de padres.

¿Qué tenemos para hoy? debe transformar nuestra actitud de tensa espera, al desconocer las sorpresas que nos tendrán preparadas los hijos a una cita de reencuentro, en la que todos nos sentamos a conversar y podamos tratar los problemas con la visión de los hermanos y la comprensión de unos padres orgullosos de celebrar cónclaves hasta para analizar quién duerme más de felicidad y quien se levanta antes por su personalidad.

¿Qué tenemos para hoy? es la pregunta que debemos esperar de nuestros hijos, cuando lleguemos a la casa, después de horas sin vernos, para pedirnos explicaciones por el tiempo empleado en la carretera y los atascos, en las reuniones que pudieron aplazarse o en las comidas de trabajo a las que no quisimos invitar a nuestros hijos y quizás nos hubieran entregado algún consejo que hubiese cristalizado en un buen negocio empresarial.

¿Qué tenemos para hoy? debe ser un capítulo de la serie de la familia, donde las conclusiones y las recomendaciones de todos se escribiesen como normas que nos comprometen y nos vinculan más en nuestras relaciones y no mirarlas como preguntas imbuidas de un tiempo completamente perdido.

¿Qué tenemos para hoy? es un modo de hablar de los gestos y las caricias que faltaron, de los familiares que no se acercaron y de la comida que nunca se compró, de los pantalones que debe heredar el pequeño, de los besos que nos guardamos y de las calificaciones que no se ganaron con compromiso, del clima que nos cambia el carácter y de lo aprendido en la calle, de los sufrimientos de los padres y de los desayunos con prisas, de los vientres de alquiler por si algún día llega un hermano fruto de esta voluntad de aportar y ceder y de los modos de familia, del trato con los amigos y de los privilegios de la familia, de lo que les gusta como seres humanos y lo que les disgusta como hermanos, lo que les falta para ser iguales y lo que los diferencia como seres singulares y complementarios.

¿Qué tenemos para hoy? es el libreto que queremos que sigan interpretando en la ópera de la vida, porque ese es el verdadero alimento de las familias que comparten y se compenetran, se ayudan a resolver problemas sin buscar conceptos en la red ni falsas confesiones a quien puede tener algún interés en que las cosas no se resuelvan con respuestas.

¿Qué tenemos para hoy? es la comunión que necesitamos en la iglesia viva del entorno familiar, donde Jesús siempre está presente porque debe hacer estaciones en sus largos viajes nocturnos y en sus visitas obligadas para analizar los finales de recorrido de las familias de este mundo.

Así que si vas a llegar a tu casa, no te olvides de preguntas ¿Qué tenemos para hoy?, pero con el alma predispuesta a resolverlos y el corazón palpitante por involucrarte, sobran las voces altisonantes y las quejas constantes, los llantos de pesar por considerarte desafortunado y las palizas anunciadas, porque la única preocupación es que llegues a una casa vacía donde nadie se pregunte ¿Qué tenemos para hoy?

¿Qué tenemos para hoy? y que al momento de gritarlo todos se reúnan porque le interesas las circunstancias del otro y reconocen que ese, el seno familiar, es el mejor foro para discutir y analizar tus propios problemas, donde te das cuenta que ahí cuentas con hermanos de verdad y donde los padres somos y siempre seremos aprendices de la vida diaria de quienes nos enseñan a crecer y no al contrario.

¿Qué tenemos para hoy? debiera ser un cartel hecho que colgásemos a la entrada de la casa antes de que anochezca, para que a todos nos recuerde que debemos reunirnos con el afán de estar claros para el día que está por venir, pues ahí están las respuestas a las preguntas que recibiremos -de propios y extraños- en la siguiente jornada.

Hoy, cuando llegues a casa, pregunta ¿qué tenemos para hoy? y empieza a crecer desde la cercanía y los consejos, olvídate de las disputas y los malentendidos, huye de las recriminaciones y las peleas, convéncete que compartiendo se crece y agradece por la familia que tienes, la única que sólo se hace una pregunta al día ¿Qué tenemos para hoy?.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN