Un reto prometedor


Querer, desde el corazón de un padre y el alma de una madre, es un reto que hay que afrontar para presentar al mundo un ser humano cargado de historia y empuje. Es prometedor reconocerse como consejero y orientador en la vida de tu hijo-a, pues al adoptar una actitud responsable vamos forjando el libro del crecimiento y las páginas de las oportunidades.

Para ello debemos formarnos, preguntarnos y respondernos, como la única estrategia para aprender lo que necesitan y devolverles el mundo que le pedimos prestado en mejores condiciones que cuando lo recibimos y con ellos, como protagonistas verdaderos de nuestro futuro más inmediato.


Crecer es un reto y proyectarnos es un deber que hay que cumplir, reclamando el derecho a enfocar la educación en la esfera de relación padres-hijo, permitiendo la contribución de familiares y amigos en un escenario donde todo se comparte con el único propósito de aportar para el desarrollo integral del niño y del adolescente, en su lanzamiento a un mundo de puertas abiertas, repleto de oportunidades y limitantes.

Dr. Juan Aranda Gámiz



lunes, 9 de septiembre de 2013

¿EN QUÉ SE PARECE UN ACORDEÓN A UNOS PADRES?


El acordeón es un instrumento musical de viento, porque en la vida de los padres siempre debe haber un espacio para que el viento airee los conflictos, arrastre los pesares y abanique esos silencios que saben amargos porque se desconoce las actitudes que provocarán y los gestos que desencadenarán.

Un acordeón tiene dos cajas de madera, un fuelle y un diapasón, al igual que la relación padre-hijos tiene dos caras (padres e hijos), un diapasón (las circunstancias de la vida diaria) y un fuelle (la capacidad de tolerancia de ambos).

Las teclas de un acordeón son las actitudes que hay que tocar ante los diferentes conflictos, pues a veces se debe presionar la de la solidaridad y la comprensión, otras veces la de la tolerancia y en ocasiones la de la disciplina.

Los acordes que salen del acordeón son como las reflexiones después de una discusión o un buen rato de reflexión, pues saben mejor si son parte de una melodía (o sea, un abrazo o un beso), pues si intentas acercarte para agradecer por el tiempo dedicado o las palabras invertidas en esta relación (como padre que lo hace con su hijo o hijo que lo hace con su padre), habrá gente que baile al ritmo que despertó el acordeón.

El acordeón suena cuando se estira y se acerca, al igual que las relaciones entre padres e hijos, pues a veces están con posturas distantes y otras concuerdan en ideas y propósitos, lo interesante sería llegar a un punto intermedio en el que ambos acepten ese momento de intermediación para que ambos se sientan representados, pues si sólo se estira suena de una manera y si se encoge suena de otra, pero al estirar y encoger se suelta la nota perfecta.

El acordeón tiene una caja de resonancia, donde se arman las notas y se lanzan con todo su contenido, la que representa ese espacio íntimo de la casa o el cuarto, donde se habla para que todo quede ahí y las voces se puedan transformar en aceptaciones y los gritos en roces, pues si no se dispone de un espacio para que todo retumbe y se transforme, los sonidos se emiten vírgenes y no se acompañan de ese tono que los hace únicos.

Un acordeón tiene unos tirantes para colgarlo, porque debe equilibrarse el peso entre los dos hombros y cada mano también tiene su misión (una para los botones y otra para las teclas). Asimismo quiero que veáis en la relación padres-hijos a esos tirantes, que son las historias y vergüenzas (algunas soportadas por los padres, a tenor de las actitudes de los hijos y otras, por esos hijos que tienen que sobrellevar los secretos de unos padres), las que deben soportar la música de una relación que solo sonará cuando se conozcan las verdades de esas historias pasadas y presentes.

Un acordeón fabrica música que debe ser cantada e interpretada con el sabor que sólo sabe poner quien toca el acordeón, para bien de quien quiere escucharlo. En las relaciones padres-hijos, la música debe generarse por mutuo acuerdo, siempre que haya uno que la interprete con amor y otro que la escuche con pasión.

Gracias de corazón por seguir ahí, vuestro amigo que nunca os falla.



JUAN

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