Un reto prometedor


Querer, desde el corazón de un padre y el alma de una madre, es un reto que hay que afrontar para presentar al mundo un ser humano cargado de historia y empuje. Es prometedor reconocerse como consejero y orientador en la vida de tu hijo-a, pues al adoptar una actitud responsable vamos forjando el libro del crecimiento y las páginas de las oportunidades.

Para ello debemos formarnos, preguntarnos y respondernos, como la única estrategia para aprender lo que necesitan y devolverles el mundo que le pedimos prestado en mejores condiciones que cuando lo recibimos y con ellos, como protagonistas verdaderos de nuestro futuro más inmediato.


Crecer es un reto y proyectarnos es un deber que hay que cumplir, reclamando el derecho a enfocar la educación en la esfera de relación padres-hijo, permitiendo la contribución de familiares y amigos en un escenario donde todo se comparte con el único propósito de aportar para el desarrollo integral del niño y del adolescente, en su lanzamiento a un mundo de puertas abiertas, repleto de oportunidades y limitantes.

Dr. Juan Aranda Gámiz



viernes, 13 de diciembre de 2013

LA HISTORIA LABORAL DE UNOS PADRES

Nadie les lanzó al mundo parental, pues ellos mismos firmaron un contrato de trabajo con el destino, para seguir siendo padres hasta que el destino así lo tenga previsto, sin espacios para protestas ni albergues disponibles para desembarazarse de una presencia, aunque se quiera convertir en una carga.

Se trabaja todos los días, no hay descanso de fines de semana ni puedes apagar el despertador, pues en todo momento eres útil y si no giras la cabeza, atiendes sin fuerzas, escuchas con sueño y asientes que te encanta lo que hacen, no paran de llamar tu atención, porque un simple "sí" de tu parte va por delante de la calificación del profesor.

No hay una tarea concreta, pues todo lo que hagas es un paso más y no un trabajo adelantado para el siguiente día, cualquier atraso o descuido puede suponer que la calle te gane la partida o que ese vacío ya no se rellene, aunque sea la hora de rezar o de degustar una tortilla española, con la esperanza de hartarte de papas y huevo, porque lo que la vida te reclama es que te hartes de educar y orientar.

No hay pagas extra, porque los besos y las caricias, si algún día los recibes, las llamadas inesperadas y los agradecimientos por ese puré que me llegó al alma o esa paella que no se come en ningún otro lugar porque le falta el ingrediente de la dedicatoria con amor y paciencia, son los complementos de ese sueldo hipotético que nunca vas a recibir.

No hay jefes, porque tu norte y a quien debes obedecer es a la realidad que te rodea, esperanzado en que seas capaz de alinear sus pasos y enderezar sus apreciaciones, dando valor a sus actos y aprendiendo a arropar y vestir a tu hijo-a con un traje de verdad y saber estar.

Tu corazón es el inspector de Hacienda que siempre te va a reclamar que declares lo que has hecho para obtener tus resultados, pero debes medir el alcance de tus apoyos porque debes presentar factura de todo, en forma de resultados, pues las calificaciones acompasadas a tu esfuerzo, la presencia que crece con entusiasmo, la calima propia de los-as adolescentes y el bagaje cultural y profesional que va forjando son los formularios en los que debes anotar el sentido de tus voces y tus lágrimas, tus insistencias y tus velas.

Aquí no hay jubilación porque se sigue con la tarea de los nietos, esa paga que vas recibiendo de por vida, porque dan vida a los pasos de tus hijos y te rememoran tu lucha, cuando todo sigue su curso natural o te inicias en sufrimientos que no tuviste y penas que creíste haber sorteado.

A veces, se tiene la suerte de contar con compañeros de trabajo con los que puedes compartir y de los que puedes aprender, esos otros padres que te vigilan y te consideran, otros que pueden exigirte porque creen que no haces lo suficiente y muchos más que te van a apoyar en tu lucha constante.

Al final, es un proceso de aprendizaje constante para todos, pues el obrero aprende de la experiencia y de la rutina, de lo que le enseñó el contacto con el vecino y lo que le ayudó a superarse con el propósito de ganar un poco más para los suyos, pues cualquier momento de verdad que incorpores en el mensaje que compartes con tus hijos es una semilla que seguirá germinando con el paso de los días.

Y el día que te alejes, camino de un descanso eterno, te seguirán recordando por siempre, porque tu tarea no acaba y tu historia laboral nunca se cierra. Este es un verdadero trabajo que aporta, a veces no reconforta, siempre llena de esperanza tus gestos y afirma tus propias convicciones, porque lo que unos padres hacen es para entregarlo sin intereses, esperando que todo pueda ser aprovechado, asimilado y descubierto por los hijos, agradeciendo que todo ello les sirva al menos para no olvidarnos.

Tu amigo, que nunca te falla.

JUAN

miércoles, 2 de octubre de 2013

¿POR QUÉ LLORAN LOS PADRES?

Hay que tener presente que los padres sonríen cuando se enteran que van a engendrar y dar vida, porque a partir de ahí también lloran de verdad, a veces con lágrimas y otras lloran de desconsuelo o falta de argumentos para sobrellevar el peso y la responsabilidad de un hijo-a, ese ser humano que vive despreocupado porque tiene quién se ocupe de él o ella y que duerme relajado-a porque ya hay alguien más despierto.

Un padre llora cuando no encuentra las herramientas necesarias para apuntalar el proyecto de vida que se ha diseñado para su hijo-a porque ocupa más espacio en su vida algún consejero amigo-a que  busca apalancarse al lado de tu hijo-a y crecer a su costa o a tu sombra.

Una madre llora cuando después de empeñarse con cariño en una compra para la que, a veces, falta dinero y no sobra tiempo, su hijo-a se lo come todo con apetito pero no se acuerda de agradecer el tiempo dedicado a la preparación de la comida y al cariño depositado en un potaje.

Una madre llora cuando el hijo o la hija asume la responsabilidad de su tiempo libre pero no se involucra en la supervisión de los hermanos o en el apoyo a esa ama de casa que ya está cansada desde que se levanta y aún tiene que luchar con el ruido de la lavadora, el peso de la plancha o el polvo que desprende la escoba, mientras barre la acera o la puerta del departamento.

Un padre llora cuando su hijo-a no es un ejemplo para los hermanos, si malgasta su oportunidad de dialogar con ellos y arrecia en peleas porque los pequeños quieren aprender en cada momento del ejemplo de hermano mayor que creen que tienen y sufren porque no saben a quién imitar si se les niega el momento.

Un padre llora cuando su hijo-a se acorrala entre preguntas sin respuestas y olvida lo fundamental, a lo que debiera dedicar más tiempo y entrega, a ese estudio que le va a formar más que la calle y a esa búsqueda de soluciones para los interrogantes, que le van a permitir crecer en conocimiento y actitudes.

Una madre llora cuando su hijo-a pasa más tiempo al lado de una silla, mirándola, que rozando su vestido, porque empieza a tener celos hasta de los mensajes del periódico y descubre que no puede interpretar una música porque no se corresponde con el momento ya vivido, aunque se preocupe de indagar en grupos y en modas, ya que siempre hay un bache generacional que, para los padres, es difícil de comprender y para los hijos difícil de aceptar.

Un padre llora cuando reconoce que su hijo-a aún no tenía esa madurez como para haberle cedido el coche, aún con carnet de conducir inmaculado, cuando no responde a los horarios a pesar de las concesiones que duelen y martirizan, despiertos hasta que se abra la puerta en la madrugada.

Una madre llora porque cedió a pesar de las advertencias de su pareja y la desgracia llamó a su puerta, con lo que la tristeza no podrá ponerse de pie nunca jamás.

Un padre llora si su hijo-a no come, si come mucho, si repentinamente deja de comer, si empieza a cambiar su aspecto o si cambia de horarios de salida, porque es una manifestación de la falta de constancia en su proyecto de vida o porque lo está acomodando a los horarios de quienes realmente no tienen horario.

Una madre llora si su hijo-a no tiene un ambiente de estudio en su casa, si no le pregunta por su infancia y quiere ver sus fotos, si no recibe piropos de su hijo-a, si ya no quiere acompañarle a salir a pasear, si se siente infravalorado por quien debe hablar bien de él, si en la cartera ya no lleva sus fotos, si no responde a una llamada, si no le trae con orgullo las calificaciones y si si tiene cajones cerrados donde esconde el secreto de un sufrimiento.

Un padre llora si no hay momentos para conversar, si los consejeros no pueden reconocer el alcance de unos actos, si la verdad no aflora ni en las pesadillas, si la paz se ha alejado de la casa y si hay muchos almuerzos en silencio.

Una madre llora si encuentra ropa deshilachada o pantalones que huelen, si hay diarios que saben a lágrimas, si los libros que se leen son parte de la farfolla de la calle, si no entiende ni comprende una lectura, si empieza a notar diferencias con los compañeros o compañeras, si le afecta por igual el invierno que el verano, si faltan sonrisas al amanecer y si no le pide que le tome la lección.

Un padre llora si la necesidad de dinero hace presencia por sorpresa, si no se cruzan las miradas en la calle, si algún comentario te lo trajo un pajarito, si te llaman del colegio o te avisan de la biblioteca, si hay diarrea o si sufre estreñimiento.

Los hijos lloran con frecuencia, pero los padres lloran por necesidad y responsabilidad.

Vuestro amigo, que nunca os falla.



JUAQN

jueves, 19 de septiembre de 2013

QUIERO ESCUCHAR A LOS PADRES

Cuando un padre tiene una duda es porque no encuentra el libro adecuado para solventarla y cuando le falta tiempo es porque no sabe qué hacer con la relación con sus hijos, porque si le llenase lo suficiente organizaría mejor sus tareas.

A diario escucho a padres que no saben cómo agruparse para defender los intereses de sus hijos enfermos, otros que desean apoyo para la recuperación de una adicción en una hija, muchos que reciben preguntas y desconocen cómo responder ante inquietudes que sobrepasan su capacidad de respuesta y su predisposición no basta.

Hay padres que se ahogan con unas lágrimas de su hija y otros que desean, a toda costa, que su hijo no hubiese nacido, por su falta de identidad, sus actitudes en la vida de la calle y su periplo de caminatas por pasillos carcelarios, quienes temen que llegue el fin de semana para acercarse al manicomio o los que sufren por el dolor que les salpica, cargado de desempleo, deudas, faltas o limitantes en su vida.

Se les puede dirigir a un consultorio profesional, arroparles en la familia, regalarles un libro, proponerles sacos de buenas intenciones y hasta rezar por padres e hijos, pero hasta que los demás no nos propongamos limpiarnos los oídos para escucharles, como amigos y consejeros, ofreciéndoles otro punto de vista o el soporte que necesitan en un momento determinado, abriéndoles espacios para que encuentren en los demás un minuto de paz y esperanza, el consuelo no llega a sus vidas.

En cada pueblo debiera haber un "call-center", o sea, una centralita de llamadas o una dirección de correo, para quien lo disponga y lo maneje adecuadamente, para llamar o escribir de forma anónima y recibir un mensaje o respuesta a su problema real, entrando en un proceso de interacción constante con alguien que puede orientar y encauzar los intereses de padres e hijos, destacando los errores y las circunstancias adversas, hasta que se vislumbre una posibilidad de consenso y acuerdo, tan necesario.

Los padres nos deberíamos preocupar, al igual que de comprar los libros al inicio de cada año lectivo o aportar económicamente para asegurar que se satisfacen los derechos de vivienda, alimentación y vestido, educación y recreo, de buscar esos puntos de contacto para que nos integremos en redes de personas que comparten nuestros conflictos y también están buscando un carril para enderezar la dirección de su relación con sus propios hijos.

A todo esto se le conoce como soporte, o sea, un punto de apoyo, que puede ser psicológico, solidario, de vecindad o vital, depende del papel que pueda jugar en esa relación que se ha alterado y que no retoma el sentido que debiera tener para que la armonía regrese a ese hogar.

Con esta entrada pretendo que abramos bien los ojos y luchemos por montar nuestra propia estrategia de consulta, a fin de acudir cuando lo necesitemos y así podamos recuperar esa capacidad de responder, intervenir, resolver y abrazas a nuestros hijos, porque fuimos capaces de darles algo que no encontraron en ninguna parte (motivación, comprensión y sentido en su vida), dignificando así su propia existencia.

Desde aquí os invito para que enviéis comentarios o dudas, inquietudes y problemas, pues aquí siempre estaré para aportar con un mensaje que espero apoye y contribuya a una solución temprana y a engrandecer, de parte y parte, esa relación que debe seguir creciendo y no puede permanecer estancada por más tiempo, para lo que se necesita capacidad de renuncia de ambas partes, disponibilidad al diálogo y y apertura al análisis sin tapujos, pues solo así se puede alcanzar una democratización de los conflictos en las relaciones padres-hijos.

Vuestro amigo, que nunca os falla



JUAN

lunes, 9 de septiembre de 2013

¿EN QUÉ SE PARECE UN ACORDEÓN A UNOS PADRES?


El acordeón es un instrumento musical de viento, porque en la vida de los padres siempre debe haber un espacio para que el viento airee los conflictos, arrastre los pesares y abanique esos silencios que saben amargos porque se desconoce las actitudes que provocarán y los gestos que desencadenarán.

Un acordeón tiene dos cajas de madera, un fuelle y un diapasón, al igual que la relación padre-hijos tiene dos caras (padres e hijos), un diapasón (las circunstancias de la vida diaria) y un fuelle (la capacidad de tolerancia de ambos).

Las teclas de un acordeón son las actitudes que hay que tocar ante los diferentes conflictos, pues a veces se debe presionar la de la solidaridad y la comprensión, otras veces la de la tolerancia y en ocasiones la de la disciplina.

Los acordes que salen del acordeón son como las reflexiones después de una discusión o un buen rato de reflexión, pues saben mejor si son parte de una melodía (o sea, un abrazo o un beso), pues si intentas acercarte para agradecer por el tiempo dedicado o las palabras invertidas en esta relación (como padre que lo hace con su hijo o hijo que lo hace con su padre), habrá gente que baile al ritmo que despertó el acordeón.

El acordeón suena cuando se estira y se acerca, al igual que las relaciones entre padres e hijos, pues a veces están con posturas distantes y otras concuerdan en ideas y propósitos, lo interesante sería llegar a un punto intermedio en el que ambos acepten ese momento de intermediación para que ambos se sientan representados, pues si sólo se estira suena de una manera y si se encoge suena de otra, pero al estirar y encoger se suelta la nota perfecta.

El acordeón tiene una caja de resonancia, donde se arman las notas y se lanzan con todo su contenido, la que representa ese espacio íntimo de la casa o el cuarto, donde se habla para que todo quede ahí y las voces se puedan transformar en aceptaciones y los gritos en roces, pues si no se dispone de un espacio para que todo retumbe y se transforme, los sonidos se emiten vírgenes y no se acompañan de ese tono que los hace únicos.

Un acordeón tiene unos tirantes para colgarlo, porque debe equilibrarse el peso entre los dos hombros y cada mano también tiene su misión (una para los botones y otra para las teclas). Asimismo quiero que veáis en la relación padres-hijos a esos tirantes, que son las historias y vergüenzas (algunas soportadas por los padres, a tenor de las actitudes de los hijos y otras, por esos hijos que tienen que sobrellevar los secretos de unos padres), las que deben soportar la música de una relación que solo sonará cuando se conozcan las verdades de esas historias pasadas y presentes.

Un acordeón fabrica música que debe ser cantada e interpretada con el sabor que sólo sabe poner quien toca el acordeón, para bien de quien quiere escucharlo. En las relaciones padres-hijos, la música debe generarse por mutuo acuerdo, siempre que haya uno que la interprete con amor y otro que la escuche con pasión.

Gracias de corazón por seguir ahí, vuestro amigo que nunca os falla.



JUAN

viernes, 12 de julio de 2013

HOY TAMPOCO ME OLVIDÉ DE MI MADRE

Se adelanta el día porque tienes que irte temprano y ahí te acuerdas de cuando te despertaban con el cariño de una madre y saltabas para abrazarla, no para reclamarle nada. Te vistes rápidamente, porque el reloj te mete prisa y ahí revives cuando necesitabas que tu madre te vistiese. 

Te lavas los dientes y escuchas los consejos de tu madre, hablándote al oído y sugiriéndote "Lávate bien esos dientes" y luego bajas a desayunar y sueñas con el desayuno de tu madre, aunque fuese un "café migao" o un "hoyo con aceite", porque ahí estaba la mano de tu madre cocinera y encarnada en su amor, eso que te entregaba para robarte un beso de infancia.

Te vistes y Te miras al espejo, pero antes era tu madre el espejo, quien te daba los últimos retoques y te decía "Mi niño, estás fenomenal" y que ahí te lanzaba al mundo a presumir de niño bueno y entregado, para que no le hicieses quedar mal.

Te dedicas a tu tarea, al llegar a tu trabajo, cada día, sabiendo que no debes fallarle a nadie y mucho menos a tu propio proyecto de vida, si tu amigo Jesús está como objetivo principal y entonces te acuerdas de quien te lo inculcó, esa madre diferente a la de los demás porque creías que los mensajes sólo se te podían dar a ti por ser ese ser afortunado en quien la vida se fijó para regalártela por siempre.

A media mañana, cargado de cansancio y problemas, empiezas a oler por la ventana a pescao frito y a pimientos asaos y entonces, sin mediar ni una palabra, te acuerdas cuando te escapabas del recreo, a las afueras de tu pueblo y le robabas algo en la cocina a tu madre, creyendo que no iba a darse cuenta, pero en el fondo era ella la que bajaba el chorizo a la mesa para que no tuvieras que empinarte y se escapaba un rato para que tuvieses la libertad y el tiempo necesario para devorarlo, porque ella ya sabía que lo había preparado sólo para ti.

Y termina la jornada de la mañana y sueñas con el picaíllo y las albóndigas, eso a lo que algunos llaman la bomba atómica de la cocina y no era más que el almuerzo que te estaba preparando tu madre. Y vuelves a trabajar y sueñas con esa siesta en la que te mecías en la butaca sin saber ni dónde estabas, porque tu madre sacrificaba su descanso y se quedaba en el patio para no hacer ruido, te cerraba las puertas y descolgaba el teléfono. Creo que era lo más parecido a un cielo de cariño, lo que ella siempre fue para mí.

Regresas por la calle y quieres llegar pronto a tu casa y abrazar a quien te espere, entonces te acuerdas de la figura de tu madre, palaciega porque aprovechó el rato en el que estabas en el colegio para echarse un ratillo y enseguida estaba apoyándose en el quicio de la puerta para mirar cómo bajabas la calle.

Te quitas la ropa, esperas un abrazo y reencontrarte con los tuyos, pero antes era tu madre quien esperaba un abrazo de ti y esa era la recompensa del boquerón que le atrapaste mientras lo aliñaba o las lágrimas de pesar por los problemas que atravesaba y que nunca te mostró, porque tú eras su alegría.

Cierras los ojos y piensas en las cosas que te han ido mal y la falta de comprensión del mundo y entonces sueñas con tu madre, a quien nada le pareció extraño ni invencible, pesado ni carcomido, pues todo era digerible y tratable, todo dependía de un teléfono para llamar y un coraje para afrontar, da igual si estuviste comprometido, herido, señalado o manipulado, agotado o vencido.

Llega la hora de dormir y besas a la almohada, pero antes de eso besabas siempre la cara de tu madre y ahí te percatabas si había sufrido mucho y a veces se le pedía perdón por el dolor causado y ese era el mejor modo de confesarle tu amor y tu amistad.

Por momentos soñabas y te movías inquieto en la cama, pero ahí también te acuerdas de tu madre, cuando estuviste enfermo o triste, te habías orinado o estabas con fiebre, porque era tu médico y tu confesor, tu apoyo y tu brazo de respaldo, era esa parte del sueño que siempre te parecía bien y cercana, por amable y sacrificada.

Te levantas a media noche con sed y ahí hay un jugo recién hecho, un queso recién comprado con esfuerzo y una ensalada que crees que nadie se comió y ella ya la tenía preparada, un vaso de gazpacho o un salteado de jamón y espinacas, una tortilla española o unos pestiños con miel, porque era lo que ya había pensado para mañana y si se te había pasado por alto la fecha de tu cumpleaños te esperaba un brazo gitano o unos alfaores remojados en azúcar, unos roscos de vino o unas empanadillas.

Y yo siempre pensé que el dinero se cultivaba, porque había para todo, incluso para consejos, ya que yo pensaba que también se compraban en la tienda de la esquina y porque ella era una tienda abierta para abrazarte y aconsejarte, sin importar la edad que tuvieras y sus mensajes son tan cálidos que siempre te abrigaban las dudas y te mantenían viva la esperanza de seguir en pie.

Por eso hoy, aunque no he tenido tantos ratos libres, sí me he acordado de ella y puedo decir con lágrimas en los ojos "Hoy tampoco me olvidé de mi madre".

Con afecto, para todos mis amigos y PARA QUE HOY TAMPOCO SE OLVIDEN DE SUS MADRES...


JUAN

domingo, 16 de junio de 2013

TODO EN VIDA

A veces creemos que siempre vamos a disponer del tiempo necesario para abrigar y abrazar, hablar y mirar, pero los días pasan y las semanas se amontonan, los problemas se quedan acantonados en la piel y las dificultades se transforman en arrugas, las extremidades pesan de desencuentros y los ojos derraman lágrimas de soledad.

Pensamos que los problemas pueden soslayarse con un simple distanciamiento y el rencor que nunca se manifiesta solo se supera y se lima en el roce y la cercanía. Pero si perdemos el tiempo alejando nuestra presencia y olvidándonos de donde venimos, estamos destinados a una amnesia de tus raíces, las que te van a ayudar a construirte en el día a día, a partir de un calor de hogar.

Deseamos dejar todo para mañana y no está bien cuando el calor permite aflorar ideas y estrategias, conmueve al otro y despierta un interés inusual por resolver dudas e interrogantes, despreocupándonos de cuanto es importante y fundamental para seguir estando cerca de los nuestros, de quienes nos procrearon y nos protegieron, cuidaron y animaron a seguir con nuestra propia cadencia de pasos.

Señalamos los cumpleaños y los aniversarios, pero hay días en que se necesita saber y escuchar, conocer y dialogar, ya que forma parte del desayuno moral al que todos nos aproximamos porque rellena el espíritu y consuela en nuestro proyecto de vida de familia.

Nos quedamos con la idea fija de la cara y los gestos, las actitudes y las motivaciones de quienes dejamos atrás y no actualizamos miradas ni caricias, por lo que el calor se puede transformar en un frío que desconsuela y tirita de arrepentimiento.

Miramos las fotografías y nos revelamos contra nuestra parsimonia e inmovilísmo, pues se nos estaba estirando el elástico de la añoranza y los recuerdos, por lo que puede perderse para siempre esa elasticidad que nos mantiene vivos los consejos y los besos de despedida, las historias pasadas y los pasos lentos.

Creemos que podemos sentarnos a esperar que nos llamen antes de comunicarnos y a escuchar antes de hablar, pero la verdad es que no nos podemos permitir el paso del tiempo sin dar el primer paso.

Con todo ello, para que siempre tengas presente que la distancia no puede ser nunca un minuto de olvido, que la fotografía no puede sustituir a escuchar con claridad y cercanía lo que te quieren aportar tus padres, que lo virtual no podrá opacar al frote y las sensaciones, que estar integrado te da impulso para seguir viviendo en libertad, que no podemos despreciar el aire que te abanica después de haber rozado la figura de tus padres, que siempre necesitas ese árbitro que pone cordura, sensatez y equilibrio en tu vida, a partir de esos mensajes de padresbook que tienen cabida para todo y para todos, que el paso de los días es para disfrutarlo y no para suponerlo, que la tristeza se siente cuando se está lejos y se vive cuando se está cerca, que la alegría es un estado de predisposición a favor de cualquier cambio que te mueva y te engrane con el mundo por vivir, que la verdad es que debes seguir siendo si tus padres siguen estando y que un segundo es una oportunidad de compartir con los tuyos.

No te descuides sin hacer nada por ellos y sin recibir nada de ellos, porque todo lo que haya que hacer y recibir debe ser en vida, cuando haya un principio, al comenzar y lanzar una iniciativa (una risa, un pedido, un trance, una coyuntura o un arrepentimiento) y un fin (cuando encuentres el alivio, el perdón o el abrazo), porque esa forma de disfrutar en comunión con tus padres es lo que también da sentido a la vida de padres e hijos.

Que no te acuerdes de lo que pudo haber sido o pudiste haber recibido, porque para eso está el hoy y el ahora. Recuerda siempre el título de mi blog, como bien escribió D. Antonio Machado "HOY ES SIEMPRE TODAVÍA" y acércate para no olvidar, ven para no distender tu coraje y aproxímate para no despistarte en un mundo donde siempre se necesita a los padres.

Tu amigo del corazón, que nunca te falla.


JUAN

miércoles, 15 de mayo de 2013

EL ALGORITMO DE UNOS PADRES

Hoy voy a escribir sobre los algoritmos (conjunto ordenado y finito de operaciones que pretende encontrar la solución a un problema) y lo voy a encajar en tarea de unos padres, haciéndome preguntas y, según la respuesta, puede escogerse un camino o derivarse hacia el otro, pero al fin encontraremos la respuesta a la pregunta ¿Debemos ser padres?

  PRIMERA PREGUNTA: ¿HAS PLANEADO SER PADRE O MADRE?

 Si aún no has planeado ser padre o madre es porque no has reflexionado sobre el papel que juegan tus padres, porque aún los necesitas más de lo que te imaginas o porque tu edad no te ha abierto aún el debate sobre tu futuro más cercano o remoto. Si ya te lo has planteado, elabora un plan, que consiste en decidir quién eras teniendo padres a los que escuchabas, reconocer quién eres al dialogar contigo mismo queriendo pensar en la idea de ser padre o madre y discute -con fundamento moral y apuesta ética- quién quieres ser como padre o madre y cuáles van a ser tus compromisos.

  SEGUNDA PREGUNTA: ¿ESTÁS CONVENCIDO QUE QUIERES SER PADRE O MADRE?

  Si no estás convencido, es conveniente que te inscribas en la escuela de la vida, buscando la Facultad de Los Valientes, aquella donde se inscriben los que han aceptado contestar a todas las preguntas de este cuestionario y han aceptado el reto, sin renunciar a seguir siendo ellos mismos, pero priorizando su tarea de ejemplo y tenacidad, en pro de sentirse orgullosos de haber armado un proyecto de futuro para quienes les llamaban padres, aunque no siempre biológicos. Por el contrario, si estás convencido, busca en tu interior un letrero donde ponga "estoy convencido y seguro", pues la seguridad te la va a conceder el aplomo con el que te pronuncias y la verdad con la que lo comunicas, a sabiendas que has localizado los soportes necesarios para ir perfeccionando tus gestos y tus palabras durante el recorrido que la vida te brinde para ser padre o madre.

  TERCERA PREGUNTA: ¿ESTÁS SEGURO QUE VAS A SER BUEN PADRE?

  Ser padre no es una aventura sino un ejercicio espiritual donde te vas a  reencontrar contigo mismo y vas a luchar por mantener la llama que se enciende cuando la prolongación aceptada de tu propio ser te mira y te solicita, te necesita y te imita, te sigue y te aplaude, te critica o te moldea. Si estás seguro de llegar a ser un buen padre, desnúdate de complejos y prejuicios, acepta el reto de avergonzarte de lo que no estés dispuesto a hacer y enfréntate a un mundo lleno de contrariedades con la piel y las garras de un león que está dispuesto a defender lo que te asemeja y a convertirte en un leñador que tale todo lo que le sobre de iras y menosprecio, libertinaje y maldad a tu hijo y a ti mismo, aceptando mas bien tu tarea de esculpir ese busto que tenga semejanzas contigo y rasgos que lo identifiquen como íntegro y humanitario, servicial y con madera de luchador-a. Si no estás seguro, haz un curso a distancia de Paternidad o Maternidad responsables y no te vuelvas a hacer la pregunta hasta que no saques matrícula de honor.

  CUARTA PREGUNTA: ¿TIENES DUDAS DE TU PERSONALIDAD DE PADRE O MADRE?

Si tienes dudas, busca barro de templanza y sabiduría, esa arcilla que reconstruye ideales y huele a saber escuchar, para que al entrar al horno donde debes adquirir la dureza y el temple de un padre no te rompas jamás, a pesar de las adversidades y los limitantes que te presente la vida. Si no tienes dudas, aléjate de prejuicios y escucha atentamente los mensajes de la brisa de otros padres, porque los chismes son buenos para forjarte con una personalidad de padre o madre, la que viste a un ser humano dispuesto a vincularte con amor y a responder con cercanía, a disfrutar de la presencia y a sufrir en la distancia, a despojarte de incertidumbre porque hay confianza y a no temer a la soledad porque es el punto de partida para otra vida que debe comenzar a hacerse las mismas preguntas que yo te estoy proponiendo en esta mañana.

  QUINTA PREGUNTA: ¿ESTÁS DISPUESTO A FIRMAR TU CONTRATO DE PADRE/MADRE?

  Si pudiésemos tener amor y paz, confianza y respeto, miradas gratuitas y abrazos reconfortantes, de acuerdo a lo que cumplamos en base a un contrato firmado, trabajaríamos por hacer de esta empresa (padres-hijos) la empresa de nuestras vidas, pudiendo tener el 100% de las acciones en algunos momentos y sólo algunas otras en esos otros momentos en los que no supiésemos comportarnos y los beneficios de las sonrisas y los orgullos contenidos de los hijos los repartiesen en otro sentido y a otros cercanos. Por tanto, si estás dispuesto, hazlo con el bolígrafo que nunca deje borrar la tinta, para reconocer tu firma a donde vayas y cuando te llamen. Si no estás dispuesto, más vale que busques otro trabajo, porque esta es la única empresa que no admite ERE (Expedientes de regulación de empleo).

  SEXTA PREGUNTA: ¿ACEPTAS TU PROPUESTA DE PADRE O MADRE EN ESTA VIDA?

Aceptar significa comprometerse con dignidad y respetar lo que esté escrito o por venir, porque la convicción está muy por encima de los hechos. Si aceptas, eres un ser grande, pero ello requiere de haber aprobado previamente las asignaturas de la decisión reconocida y la disposición a firmar, sin dudas ni altibajos. Si no aceptas, es porque aún eres un rebelde enmascarado, que pretendes seguir siendo consejero de todo lo que no aceptas ejemplarizar como ser humano y no es tu momento en esta vida.

  SÉPTIMA PREGUNTA: ¿SABES QUE LOS PADRES NO SIEMPRE ENGENDRAN HIJOS?

Hay momentos en que la vida te presenta la coyuntura de ser padre sin haber engendrado y ese préstamo de vida es una oportunidad para rebelarte contra la biología y decirle "mirándole de frente" que "tú también fuiste padre o madre", porque tuviste quien te aceptó y a veces te recriminó, porque pudiste ayudar y supervisar, aconsejar y guiar, aceptar decisiones y convencerte que debías rectificar, llorar hacia adentro decisiones firmes de distanciamiento y aplaudir oportunidades que le abrieron puertas, cuestionar actitudes y esperar que se les sigan escapando a tus hijos del corazón esos abrazos que necesitas o esas "gracias por todo" que son el combustible que te recarga y te empuja. Si lo sabes, sigue adelante, porque la tarea es hermosa. Si no lo sabes, espera a ser un elegido y convéncete que es una oportunidad maravillosa para seguir siendo padre o madre.

  OCTAVA PREGUNTA: ¿HAS EMPEZADO A ESTUDIAR PARA SER PADRE O MADRE?

  Si no has empezado a estudiar, te queda mucho para plantearte el proceso de toma de decisiones, porque las lecciones, al menos las teóricas, hay que haberlas repasado mucho y mucho, para no fallar en el momento del primer examen, cuando tienes que reaccionar al comunicarte que vas a ser padre o cuando piensas en lo que aún te toca de embarazo cuando la ecografía te delata. Si ya has empezado, no empieces el libro por la página 50 sino por la primera página, donde dice "SER PADRE ES UNA BENDICIÓN DE TAREA Y UNA RESPONSABILIDAD SIN PARANGÓN, ES UNA ACEPTACIÓN HUMILDE DEL CORAZÓN PARA LA QUE LAS MANOS SÓLO DEBEN APRENDER A APLAUDIR, ENCAUZAR Y ACARICIAR, UN DON QUE SE ADQUIERE CONFORME TUS HIJOS TE RECONOCEN LA PATERNIDAD O LA MATERNIDAD". 

  NOVENA PREGUNTA: ¿ERES CONSCIENTE QUE NO PUEDES RENUNCIAR A LA TAREA?

Ahora arranca un caminar que no puedes abandonar porque el camino no tiene retorno, salvo que Dios o ese ser superior en el que crees te trunque tus esperanzas y tus proyectos. Si eres consciente que no puedes renunciar, eres especial y sobre-natural, lo esencial que se le pide a un padre o una madre y por eso se nos caracteriza de valientes y aperturistas, somos como los jefes de campaña de nuestros hijos, nunca mejor dicho. Si no eres consciente, apártate de esta tarea porque eres un ser temporal y no aceptas contratos definitivos, así nunca llegarás a ser beneficiario de los réditos de esta empresa y no eres digno de abrazos ni éxitos, compañías ni miradas profundas que te llegan a la planta del pie y al pabellón de tus orejas, después de haber recorrido toda tu anatomía. 

  DÉCIMA PREGUNTA: ¿TE COMPROMETES A SER EJEMPLO HASTA TU ÚLTIMO ALIENTO?

Si te comprometes a ser ejemplo es porque está decidido a renunciar a todo lo que te pudiera vincular con otra tarea u otro contrato de padre en otro lugar y en este momento, a que debes reconocer que cualquier gesto o mueca, cualquier paso que des, es para que quede ese ejemplo imborrable en la mente de tu hijo y aprenda a imitarlo por la carga de verdad que lleva dentro. Si no te comprometes a ser ejemplo es porque vives por instinto, como los animales y estarás llegando a tus últimos días arrepentido por haber criado, educado y fortalecido un ser humano que tú lo transformaste en animal perdido y que luego la sociedad debe aportar para su transformación social, aunque todos sepamos que no siempre es posible.

Tu amigo que nunca te falla, quien quiere que te pongas la tarea -hoy, ahora mismo- de elaborar el algoritmo de un padre o madre y antes de que tomes o aceptes, te decidas o te lances, pues ser padre o madre merece la pena siempre que tú y tus decisiones también merezcan la pena.


TU AMIGO. 

JUAN

miércoles, 1 de mayo de 2013

¿ESTAMOS PREDESTINADOS A SER HIJOS DE?

A veces me he preguntado si los hijos, antes de ser concebidos, ya han elegido bien el vientre de habitación donde van a vivir por nueve meses o tienen alguna referencia de la calidad de padres que van a tener y vienen para cumplir una misión encomendada de algún lugar y con la firma de alguien desconocido, pues no es casualidad que seamos los padres quienes aprendemos de nuestros hijos y no lo contrario.

He escuchado a padres decir "mi hijo me pidió antes de salir de la casa que..." y esa era la condición para regresar o la misión que el hijo encomendó a los padres para que le permitieran desarrollar su vida y luego regresar a comprobar que parte de su tarea, la constancia y la tenacidad, iban a provocar lágrimas de soledad y reflexiones angustiosas que condicionarían algún cambio en su filosofía de vida, lo que les va a servir a sus hermanos a seguir manteniendo una relación trunca, inflexible o agotada.

Algunos padres dicen "mi hijo me recomendó que no llorase cuando partiese al más allá" y esa tarea es tan difícil como para invalidar una promesa derramando una lágrima, aunque la pesadumbre y la añoranza nos hunda en el misterio de las dudas y es porque ya cumplió su tarea terrenal.

Hay padres que reclaman a los hijos y las discrepancias desencadenan respuestas que provocan silencios, como cuando tu hijo te comenta "pues tú tampoco has sido un santo" y pareciese que ya hubiese revisado toda nuestra historia de vida y, si somos inteligentes, tendríamos que borrar manchas para partir de cero e ilusionarles con un nuevo estilo de vida que les sirva de ejemplo.

Otros padres llaman por teléfono y preguntan ¿qué necesitamos para que esté listo a nuestro regreso? y si somos verdaderos hijos deberíamos responder "lo que esperáis de mí siempre que me recordáis, o sea, que nunca os olvide, que sea feliz en el camino que emprenda y que os hable en la ausencia, porque los padres contestan siempre a través del viento".

Me imagino que debe haber padres que crean que los sueños se cumplen y se despiertan esperando nuestra llegada, aunque no hallamos contratado ningún vuelo en ese día y su espera puede durar hasta que confirman que no se equivocaron porque tenían ese presentimiento, eso es -para ellos- que no han dejado de conocer a sus hijos. 

En algunos casos, los padres se sientan a comer y discuten los problemas de pareja para que los hijos establezcan sus propias preferencias, como si la vida de familia fuese equiparable a una sociedad de partidos políticos, debiendo sacarte el carnet para un partido de derechas o de izquierdas, pero los hijos se van para que no sientan que han adoctrinado a nadie y luego regresan para darles consejos, esos que vienen de los hijos y que ayudan a reconocer en ese hijo a un enviado, actuando como instrumento de alguien, para mejorar nuestra calidad de vida.

A veces, algunos padres luchan en silencio porque están convencidos de que su proyecto de vida es alegrarle la vida a sus hijos, pero son los hijos los que nos ayudan a ver la vida con otra mirada y sudar nuestro esfuerzo de devolverles algo mejor de lo que nosotros recibimos.

Hay, también, padres que fueron contratados para mantener una vida de matrimonio y se desconocen hasta en presencia de la luz más radiante, pero el hijo es el vehículo para que dialoguen dos corazones extraños y poco a poco se vaya constituyendo una chispa que pueda encender la verdadera vida de familia.

Espero que si eres parte de este relato, como padre o como hijo, llegues a comprender mi ánimo de entender el verdadero sentido de la presencia de un hijo (natural, biológico o emprestado, del corazón o agregado, adoptado o aceptado, integrado o incluido) en tu vida, porque él ya te conocía antes de que tú decidieras planificar tu vida de pareja y tu proyecto familiar de vida en común, su presencia es la oportunidad para que cambies y adaptes tu existir a sus necesidades, sólo así algún día se retirará porque ha cumplido su misión acorde al encargo que alguien le dio e igual harán con él sus hijos y sus nietos con sus padres.

Definitivamente, estamos predestinados a ser hijos de un alguien que tenemos que transformar en el alguien más importante en nuestras vidas y de nosotros depende que lo consigamos o que muramos en el empeño.

Gracias por seguir ahí. Vuestro amigo, que nunca os falla.



JUAN

martes, 2 de abril de 2013

ELIGE CON QUÉ PADRES TE QUEDARÍAS

Hoy estoy dispuesto a convertirme en dependiente de una gran tienda y voy a ofrecer descuentos por ofrecer todos los tipos de padres disponibles, tú sabrás con cuáles te quedas.

Hoy están disponibles unos padres de cartón, porque dentro de su alma está la leche con la que te vas a alimentar durante toda tu infancia, el vino que te va a reconfortar en los momentos de premura y las galletas que puedes compartir, las sorpresas que te pueden dar y el jugo que te va a refrescar, la harina con la que puedes cocinar los platos de tu vida y la pasta con la que puedes sobrevivir en momentos de soledad, el azúcar que puede endulzar tu tristeza y la sal que te puede devolver la sonrisa.

También hay disponibles unos padres de agua, porque son aquellos que te refrescan y sofocan su sed de amistad y reencuentros, porque con ellos se sacia tu afán de conocer y desarrollarte, puedes zambullirte en sus experiencias de vida para construirte y lavarte esa suciedad que te provoca el lenguaje de la calle, sentir la humedad de su presencia y reanimarte con un jugo tropical de agua y mango, pues aprenderás a mezclar inquietudes y contrariedades, entusiasmos y caídas, como una constante en la vida de todos nosotros.

Asimismo, tenemos de oportunidad padres de papel, así podrás escribir todas tus quejas y resolver todos tus interrogantes, dedicarles reflexiones en los momentos en que haya un acercamiento pleno y redactar el historial de vida, cargado de malos momentos y tibias calificaciones, desencantos por enamoramientos tempranos o desviaciones de la conducta, que siempre se reflejaban en tu progreso académico, desvinculación de un aprendizaje pleno para un acercamiento más próximo a la calle.

Sólo por hoy disponemos de padres de aire, porque te empujan cuando lo necesitas y te frenan cuando es más oportuno, te llevan al oído las palabras exactas para el momento en que los necesitabas a tu lado y aunque no estén los sientes cercanos, sientes su aroma y el sonido de su zapateo, te duermes cuando sientes que se acerca el beso y la pena cuando aciertas en comprender el misterio de la despedida, te acurrucan para que no te congeles y te lanzan a la calle diciéndote en voz alta "aire", notas su enfado cuando el aire que te acaricia viene cargado de un movimiento brusco por la palmetada enfurecida que te dan en la coronilla o por la escoba que se tambalea barriendo, en manos de una madre agotada por los consejos que nunca se obedecieron.

Ah!. También hay ahí atrás unos padres de rompecabezas, porque ellos te van entregando las piezas educativas para que vayas adquiriendo los conceptos y puedas establecer los verdaderos juicios, que parten de un pensamiento que te van ayudando a edificar, con ellos nunca te falta ni te sobra una pieza en el armario de tu estructura personal y aunque te preguntes por qué te dan una pieza de tesón y dedicación, cuando logras ver la figura que se va armando en el rompecabezas te das cuenta que merecía la pena que te dieran eso a que te hubiesen dado la pieza del descalabro y el queme importismo, porque ahí hubieses visto la figura del rompecabezas donde aparece la pérdida de tiempo y la holgazanería, la lucha por sobrevivir y el rol de una vida de disparate en disparate.

Y aunque no lo digan en la tienda, también he visto unos padres de algodón, pues con ellos nos secamos todas las heridas, mojando en agua oxigenada o alcohol yodado, como cuando se ponen delante para defendernos si nos critican o nos marginan, nos señalan o nos ningunean, ese algodón que se pone en la cara para secar las últimas lágrimas porque siempre están a nuestro lado y nos intentan servir de soporte, el algodón que puede evitar un sangrado profuso, como cuando queremos explotar porque algo no salió bien y nos consuelan y nos motivan a seguir intentándolo.

Para finalizar, escondidos en un baúl porque nadie los pide nunca, están los padres de película, los que no quieren perderse ni un minuto de tu crecimiento y desarrollo, los que graban hasta tus estornudos, los que siempre están enseñando fotos y presumiendo de gestos y composturas de sus hijos, los que siempre van a querer que sean los protagonistas de sus vidas, porque cuando sean abuelos los van a necesitar cerca y cuando se vayan tienen que estar seguros que van a ocupar su lugar.

Pero no podemos olvidarnos de los padres de esponja, porque son los que absorben todo y procuran estar secos para cuando haya otra riada que llegue a tu vida, arrastrando problemas y vicisitudes, porque ahí se van a poner en primera linea de fuego para seguir chupando lo malo y lo inconveniente, lo superfluo y lo dañino, siempre en silencio y callados, como lo hace la esponja en el baño. Pero, al mismo tiempo, te suaviza su paso por tu vida, duchándote para limpiarte de impurezas y masajeando tu cuerpo cansino.

Ahora también me acuerdo de los padres de tela, porque son especiales para cortar de ahí un traje para presumir en este mundo, porque se siente que el apellido te cala y te viste, queriendo ser exactamente como ellos por lo mucho que estuvieron presentes en tu vida y te ayudaron a ser tú mismo-a, determinando esa auto-estima con la que te presentas a donde vayas.

Ahora, hoy mismo, deberías comprar estos modelos de padres y tenerlos contigo, procurando educar a los tuyos para que sean como estas figuras que has comprado y que siempre se vean en las estatuas cuando den un primer paso, porque tú necesitas que ellos sean así, porque te gusta y te llena, te anima y te devuelve la vida. 

Sé valiente, educa a tus padres como las figuras que te presento y puedes comprar  más de una, incluso puedes comprar todas las posibilidades de padres que te presento, por si quieres que tus padres sean un día de una forma (de papel) y otro día de otra forma (de esponja), porque tu deseo es que se adapten a tus necesidades psicológicas, físicas y morales, ellos te van a agradecer que les hayas dado la oportunidad de que estés presente en sus vidas, ayudándoles -al mismo tiempo- a ser cada día mejores padres.

Cuando seas abuelo, te acordarás de esas figuras que compraste y que te ayudaron a ser más feliz con los padres que tú necesitabas.

Tu amigo, que nunca te falla, JUAN

martes, 26 de febrero de 2013

¿CUÁNTOS DOLORES TIENEN LOS PADRES?

La Patología de los padres podría definirse como el conjunto de problemas que pueden generar los padres por su propia condición, desde el momento en que deciden aceptar la paternidad y emprender el camino hasta el día de su muerte. Y cada problema se manifiesta con un dolor diferente, por eso quiero desgajarlos para que se puedan sentir, tal y como lo siente un padre o una madre.

EL DOLOR DEL PARTO: Es una sensación rara de incertidumbre y angustia, porque ahí se compromete la salud de la madre y los esfuerzos de las contracciones, la intranquilidad de quien no tiene ninguna tarea en esta etapa de sus vidas (el padre) y las contracturas que te entran con el primer grito de anuncio que arribó a este mundo.

EL DOLOR DE QUE NO HAYA TRAÍDO EL PAN BAJO EL BRAZO: Ahora nos enfrentamos a disponer la alimentación necesaria para que crezca bien, pero acorde a lo que dice el mercado y los cánones en salud, porque precisa de un equilibrio de nutrientes, prebióticos y probióticos, para que el crecimiento y desarrollo no se alteren.

EL DOLOR DEL CUIDADO DIARIO: La vigilancia y la tensión agotan, porque hay que poner unas normas de conducta y unos espacios de movimiento necesario, pero al mismo tiempo se pretende que no salga de lo preestablecido y ellos luchan por huir de lo preestablecido, lo que genera preocupaciones y una pérdida interminable de tiempo que lo justificamos por volvernos niños para jugar y por colocarnos unas gafas para mirar y ver bien por dónde va, con quién camina, quién le habla y se le acerca, en qué punto estaba antes de que desviara la mirada y hacia dónde quiere correr.

EL DOLOR DE SU PROPIO DOLOR: Cuando enferma o se le diagnostica algún problema de salud es cuando cambiamos nuestro enfoque en este mundo y nos situamos en posibles coyunturas y, en ocasiones, vamos escarbando en los libros para aprender síntomas y signos, descubrir que no tiene tratamiento o generamos un compromiso para que siempre se sienta orgulloso de nuestro soporte, si algún día tiene planificado partir de este mundo.

EL DOLOR DE LOS FRACASOS: No todo en la vida es un despertar con éxito, pues hay que intentar enseñarle que también hay aprendizaje en los fracasos, es el momento para levantarse con impulso y seguir ensayando hasta que el experimento cristaliza y lo aprendido lo incorporan en su propia naturaleza para ir estructurando su propia personalidad, llenas de claro-obscuros, como todo en este mundo.

EL DOLOR DEL CAMBIO: Empiezan sus cambios y vamos notando que algo falta o que algo sobra, que hay vacíos o disimilitudes con otros jóvenes, que se van alejando o que tienen otras preferencias, que sus ideales se van distanciando de los nuestros y que ya dejamos de ser sus ídolos, que nos empiezan a superar y que sus metas las desconocemos.

EL DOLOR DEL SUSTITUTO: Llega ese día en que nos sustituyen y ya comprendemos que es necesario que se acompañen y que idealicen su presencia, que compartan y respeten, como una puesta en práctica a los valores aprendidos y emprendidos, con el único propósito de dar rienda suelta a los designios de Dios y que la vida se prolongue en sus propios hijos, con lo que vitalizan nuestros días siguientes como abuelos.

EL DOLOR DEL SUFRIMIENTO: Vemos sufrir a nuestros hijos por el dolor que están sufriendo como padres y nos duele que la vida siga abriendo agujeros de dolor, perforando las entrañas para extraer un poco más de ese jugo que sólo los padres derraman en la vida de sus hijos.

EL DOLOR DEL LEGADO: En un momento nos hacemos una pregunta ¿y que le vamos a legar a nuestros hijos?, pero en algún rincón y en silencio se llega a concluir que el mejor testamento es el ejemplo y las actitudes convencidas, las que se transmitieron con pocas palabras y se pudieron copiar con poco esfuerzo; es ese momento en que se sienten orgullosos de los apellidos que llevan y su significado.

EL DOLOR DEL OLVIDO: Se van amontonando los días en que nos sentimos olvidados y solos, arrinconados y sin palabras ni besos, algunos con la suerte de que todos estén cerca y otros preocupados por la distancia y el reencuentro.

EL DOLOR DE LA DESPEDIDA: Se acerca el momento y un día recibimos la llamada y nos toca despedirnos, como cuando vamos a visitar a un familiar y nos sentimos cómodos hasta que nos despedimos y nos cuesta trabajo adaptarnos a ese desplazamiento tan necesario para dejar espacio a que otros sigan padeciendo los dolores que nosotros ya padecimos, repitiéndose la historia una y mil veces más.

EL DOLOR DEL RECUERDO: Es el que le queda a los hijos cuando se van los padres y a los nietos cuando partan sus padres, porque es ley de vida y ahí está la esencia del cariño y el roce, pues en la añoranza se reviven momentos y mensajes, recuerdos y entrega.

Gracias por seguir siempre ahí, vuestro amigo que nunca os falla


JUAN

miércoles, 13 de febrero de 2013

EL DÍA DE LOS ENAMORADOS Y LA RELACIÓN PADRES-HIJOS

El día de los enamorados no es sólo una dedicatoria del calendario para los novios o los esposos, a quienes puede visitar San Valentín cada año, sino también para quienes están enamorados de sus alumnos, enamorados de su profesión o enamorados de sus padres y ellos también de sus hijos.

Un día de los enamorados para los padres y los hijos debiera ser aquel en el que:

SUPIÉSEMOS DECIR GRACIAS PORQUE SUPISTE ENAMORARME CON TU EJEMPLO.
DESCUBRIÉSEMOS EL ENCANTO ENCUBIERTO EN UNA RELACIÓN QUE ES DIFÍCIL
ENCONTRÁSEMOS LA ESENCIA DE UN BESO, UN CONSEJO O UNA MIRADA.

Un padre y una madre deben estar enamorados para asumir la tarea de educar y conquistar a su hijo, aunque reconociendo que pertenece a otra generación y tiene otros intereses ocultos, otras preferencias, otros objetivos y otros círculos. Por eso el día de los enamorados debiera ser aquel en el que:

SUPIERA QUE ES EJEMPLO PARA QUIEN VA A PROLONGAR SU VIDA.
DESCUBRIESE QUE SU HIJO-A SE ESFUERZA EN DISFRUTAR LA PRESENCIA DE SU PADRE
ENCONTRASE QUE NO HAY MEJOR TELA PARA VESTIRSE QUE LA DE UN PADRE /MADRE

Un hijo o una hija deben estar enamorados para sacrificar su proyecto de vida y renunciar a sus escenarios y momentos preferidos para dedicarles tiempo a sus padres. Por eso el día de los enamorados debiera ser aquel en el que:

SUPIERA QUE LA PACIENCIA DEL PADRE TERMINA EL DÍA EN QUE SE VA DE AQUÍ.
DESCUBRIESE QUE LA ESPERANZA DE UN PADRE ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE
ENCONTRASE EN LA VERDAD QUE UN PADRE BUSCA LA RAZÓN DE SU EXISTIR

Y no es que este día se van a agotar las discusiones ni los enfados, los desacuerdos ni las rencillas, los rencores ni los malentendidos, porque es parte de la vivencia diaria de la relación. Por eso el día de los enamorados debiera ser aquel en el que:

AMBOS SUPIERAN QUE TODO ES VÁLIDO CUANDO HAY UNA APUESTA MUTUA.
AMBOS DESCUBRIESEN QUE LA RELACIÓN PADRES-HIJOS ENCIERRA UNA ENSEÑANZA
AMBOS ENCONTRASEN QUE UN ABRAZO ES LA ACEPTACIÓN DEL OTRO COMO ES.

No esperemos a que llegue el 14 de febrero para olvidarnos del resto de días en nuestras vidas de relación padres-hijos, ya que estaríamos vacíos de estímulos e impulsos. Por eso el día de los enamorados debiera ser aquel en el que:

SUPIÉSEMOS QUE EL CALENDARIO NO PUEDE ORDENAR NUESTRA RELACIÓN.
DESCUBRIÉSEMOS QUE TODOS LOS DÍAS SON INTENTOS POR SUPERARNOS.
ENCONTRÁSEMOS QUE FEBRERO NO ES MÁS QUE UN PUENTE DE REFLEXIÓN.

Sigamos caminando, atravesando muchos puentes más, agradeciendo a San Valentín por este camino que nos permite sortear dificultades, reflexionando sobre la relación padre-hijos, descubriéndonos a nosotros mismos y mejorando nuestra contribución para el éxito de esta relación, que empieza cuando decidimos engendrar y termina cuando todos nos dicen adiós y nos despedimos de este mundo. Por eso el día de los enamorados, en la relación padres-hijos, para cualquier observador, debiera ser aquel en el que:

SUPIERAN QUE NO DAMOS POR TERMINADA UNA RELACIÓN VIVENCIAL ETERNA.
DESCUBRIESEN QUE ESE CONTRATO VA CARGADO DE DUDAS Y AVANCES.
ENCONTRASEN QUE NO HAY MEJOR EMPRESA QUE ESTA, EN LA QUE SE CONSTRUYE

Y si esta relación cuesta tan poco, ya viene condicionada por nuestras convicciones y decisiones, siempre se tiende a ganar, por qué no invertir y hacerse millonarios de cariños, aplausos, con la garantía de un padre o madre que dirige y un hijo o una hija que acepta y agradece.

Vuestro amigo, que nunca os falla


JUAN

martes, 5 de febrero de 2013

EL PERIODO DE LACTANCIA DE LOS PADRES

Se piensa que los hijos lactan durante su periodo y ahí se acabó todo, porque ese alimento le va a compensar y a aportar con nutrientes y elementos que le van a ser necesarios en esta etapa de arranque y despegue de los hijos.

Pero ahí no acaba todo, porque la lactancia empieza ahí, pero se continúa cuando los padres llegan tarde y regalan un beso para que descansemos en paz y lo hacen por amor, por lo que ahí seguimos lactando, así como cuando te cogen de la mano para llevarte a la escuela los primeros días y te van enseñando la calle y sus avatares, descubriéndote el peligro de atravesar la acera sin mirar y la precaución de no confiar en nadie que desconozcas, ese es otro sorbete de lactancia, esa cordura que te van imprimiendo y que luego vas a incorporar en los actos de tu vida diaria.

Hay momentos en que te enseñan a rezar y a indagar con las agujas del reloj hasta que aciertas por primera vez con la hora, a escuchar atentamente cuando estás en una reunión, sin interrumpir por rabietas o desaires, sino para preguntar y quizás también para opinar, porque estás mamando la sabiduría del saber estar y te va a acompañar de por vida.

Algún día irás a pasear y deberás percatarte de los peligros a los que te puedes enfrentar y ese miedo a perderte que te va sobrecoger cuando te despegues del grupo, aprenderás a seguir a un guía y a usar la palabra para comunicarte, a orientarte, tan importante más adelante, cuando crezcas y ese es otro trago de leche de la vida que te entregan los padres.

Irás a la escuela y al colegio y por encima de las explicaciones de los profesores recibirás muchos momentos de asesoría, con la compañía de tus padres, dictándote las normas básicas para estudiar y aprender, para ser receptivo y auto-crítico, porque esos valores te van a ayudar a construir una personalidad adecuada y ahí estás mamando esa leche que sólo los padres pueden generar.

Tendrás tu primera polución o una palpitación por descubrir el sexo y la sexualidad y siempre tienes a mano la teta de tu madre o tu padre, quienes te van a encaminar en el proyecto de vida de la adolescencia, sin temor pero sin riesgos absurdos, te van a ayudar a dar los primeros pasos y a examinar tus descubrimientos y a calmar tus soledades apresuradas, pero la leche de los padres te va a alimentar para no errar en tu andadura.

Tendrás que elegir carrera y buscarás independizarte, pero siempre tendrás el teléfono a mano para entregarte a una conversación y ahí seguirás mamando de esa bondad de leche que te entregan tus padres con consejos y reprobaciones, dejando a tu elección la última decisión, pero donde siempre estará la voz de tus guías, quienes te siguen amamantando.

Llegan los hijos y los nietos, los cambios de residencia y las equivocaciones, pero se regresa a seguir lactando porque esa leche tiene algo especial, como las vitaminas del ejemplo o la falta de nutrientes del abandono y quieres explorar si ahora puede tener el mismo sabor que otros cuentan, porque necesitas ese chupeteo de la mirada y el intercambio de palabras, de las preguntas y la resolución de dudas para seguir mamando de la vida.

Habrá quienes tengan que recordar la lactancia de los padres a través de las rejas o las sombras, pero si lactaron tienen esperanza en el futuro, porque la consistencia y la composición de ese líquido que nos alimenta es una estructura que nos solidifica y nos construye.

Así que no creas que sólo lactamos un año o seis meses, seguimos lactando toda la vida porque la leche del ejemplo y la protección, de la apertura de caminos y de la enseñanza, la que nunca se borra, va a quedar indeleble para toda la vida y quien no haya lactado que regrese ahora mismo y pruebe esa leche antes de que sea tarde, aunque supiese amarga en la infancia y no fuese de tu agrado, porque no podemos permitir que se nos vaya la fuente para lactar y no hallamos chupeteado ese pezón de los abrazos y los reencuentros, momentos que sólo pueden construir y edificar, seamos quienes seamos y estemos donde estemos.

Tu amigo, que nunca te falla.



JUAN

martes, 22 de enero de 2013

EL SILENCIO DE LOS PADRES

Los padres tienen la tarea de ordenar ideas, conducir actitudes, formar voluntades e impulsar ideales, moldear vicios, descubrir potencialidades, fotografiar los abrazos y guardar las caricias, medir el desarrollo y escribir los relatos de una o varias historias de vida, pero a veces hay silencios que deben coleccionar, con el único propósito de provocar reflexiones profundas sobre verdades y momentos, pinceladas y descubrimientos.

Hay padres que no desean transmitir su dolor visual, al ver todos los días un misterio transformado en un cuerpo sin movimiento, durmiendo callado y sin espontaneidad más allá de la condicionada por su enfermedad o su malformación, demostrando que quiere seguir luchando entre nosotros y que es el centro de atención para todos, recibe más miradas que nadie y destapa más lágrimas que ningún hermano, pero exige un silencio con el que habrá que dormir y vivir para que el amor que entregan a su hijo sea puro, sin falsos apoyos ni condicionantes de lástima.

Hay padres que han convertido el silencio en un estilo de vida por su dolor de ausencia, cuando un hijo parte  a un destino que la vida le puso en su camino y ya no puede disfrutar de sus pasos, sus caricias o su soporte,  y el teléfono es el mejor vecino, pudiendo preguntar por su salud, si sigue recordando y si desea regresar, unas frases que se digieren como verdaderos piropos de aniversario.

Hay padres que sufren un dolor de culpabilidad, al tener hijos recluidos o aislados por su enfermedad o trastorno, ya que su comportamiento o su código genético los llevó a cometer algún acto delictivo y esperan su recuperación en el encuentro con un ser superior que sepa reorientar sus pasos y las oraciones de los padres siempre van enfocadas en tal dirección.

Hay padres que tienen silencio por un dolor de identidad, ya que escucharon las convicciones religiosas, políticas, sexuales o revolucionarias de sus hijos y callan para evitarle algún tropiezo que pudiera condicionarle heridas que no cierran.

Hay padres que sufren de dolor no deseado, pues nunca querrán comunicar a sus hijos que ese embarazo nunca fue planificado ni deseado, estuvo cargado de disgustos y enfrentamientos al interior de la pareja, quizás fue una artimaña para atraer a quien quiso distanciarse y se ha mantenido la relación "a regañadientes" por este hijo y por lo que callan.

Hay padres que mantienen silencio por un dolor de procreación, pues tienen un hijo adoptado, recibido, fruto de una manipulación genética, niños probeta o recogidos de un centro donde fueron abandonados o raptados y entregados, como una encomienda, pero no se atreven a divulgar ese dolor hasta el día en el que la vida los pone en el lecho de la muerte.

Hay padres que tienen un silencio especial por un dolor machista, el que provocó golpes en su pareja, a veces hasta el fin de la violencia de género y quieren regresar para ser perdonados, cuando el perdón sólo debiera darse a quienes siempre respetaron la vida y no necesitaron el silencio para vivir.

Hay padres que tienen un silencio de compra-venta, al regalar, entregar, donar su vientre, sus óvulos o sus espermatozoides, pero que desean romper ese trayecto de su vida emprendiendo la búsqueda de parte de su ser y enfrentar la verdad que debe ser transmitida antes de que provoque más hedor y vergüenza.

Por fin, hay padres con un silencio de olvido, porque ya no recuerdan nada y con los gestos, el tacto, la compañía y las miradas prolongadas, quieren luchar por recordar a quienes dieron la vida.

Para todos los padres un reconocimiento por sus silencios y animarles a que salgan de ahí y para todos los hijos que lean esta página, que hagan un inciso para preguntarles a sus padres que quieren escuchar sus silencios, pues esta es también una manifestación de amor de los hijos hacia los padres, cuando a los padres les falta gasolina para manifestarse a tiempo.

Gracias por seguir siempre ahí, vuestro amigo que nunca os falla.


Juan.

domingo, 6 de enero de 2013

CUANDO UN HIJO ENSEÑA A UN PADRE

Pensamos que siempre vamos a ser los pedagogos de la relación padre-hijo y siempre estamos aprendiendo lecciones para dictarlas y esperar que ellos respondan con actitudes responsables y coherentes, pero va pasando el tiempo y van amontonándose las preguntas:

   1. ¿Por qué no llama?
   2. ¿Seguirá acordándose de mí?
   3. ¿De qué habrá servido todo lo vivido?
   4. ¿Será la suerte la estrella en su vida?
   5. ¿Reflexionará antes de dar un paso?

Después de un silencio, cuando crees que llegará la tormenta y que el tiempo se ha comido todas las expectativas, que la verdad no aflora y que los momentos pasan y se difuminan, la calma se vuelve tensa y la marea anuncia que está cercano el temporal, descubres que tienen que aprender del silencio y de la tormenta, de las expectativas y de la verdad, de los momentos y de la calma, de la marea y del temporal.

La vida te demuestra que tienes que aprender a mezclar sensatez con paciencia y confianza con esperanza, porque esa es la clave de la verdad de una relación, cuando el silencio está presente y los conflictos no te pertenecen, cuando tu verdad debe ser el apoyo constante y la voz del ejemplo, la apertura de caminos y el abrazo de presencia, para que sepa que siempre estarás ahí, pase lo que pase.

Nos preguntamos si merecemos los errores o si nos corresponden los fracasos, pero si nos miramos y nos sacamos los imanes de los bolsillos, siendo positivos y reflexivos, dinámicos y entusiastas, estamos en posibilidad de rechazarlos y ahí es cuando recibimos su llamada, la de nuestros hijos, la que estábamos esperando por tanto tiempo y nos demuestran que supieron hallar respuestas cuando nosotros esperábamos maldiciones.

Es ese el momento en que nos vestimos de alumnos y aprendemos a consensuar con el otro y a respetar los apellidos y la historia de vida, cuando disfrutamos de una obra construida con esfuerzo y en el día a día, sin saber que el futuro nos llenaría de orgullo donde sólo creíamos que había pedruscos y arenisca.

Y entonces les pedimos la receta, nos damos cuenta de cuánto valen y no nos atrevemos a seguir dando consejos, porque ellos son los que nos aconsejan y nos quedamos sin palabras porque ellos nos demostraron con actitudes una verdad de la relación padres-hijos.

Aprendamos a encontrar en nuestros hijos la voz de la pedagogía, la que a veces necesitamos los padres para seguir queriendo a nuestros hijos, porque nos hacen grandes y dichosos sus actitudes, quizás las que moldearon con nuestros ejemplos o nuestros consejos y ahora brotan, como todo lo que se cultiva en el jardín de esta relación tan simple y tan demostrativa, entre padres e hijos.

Vuestro amigo, que nunca os falla.


Juan