Un reto prometedor


Querer, desde el corazón de un padre y el alma de una madre, es un reto que hay que afrontar para presentar al mundo un ser humano cargado de historia y empuje. Es prometedor reconocerse como consejero y orientador en la vida de tu hijo-a, pues al adoptar una actitud responsable vamos forjando el libro del crecimiento y las páginas de las oportunidades.

Para ello debemos formarnos, preguntarnos y respondernos, como la única estrategia para aprender lo que necesitan y devolverles el mundo que le pedimos prestado en mejores condiciones que cuando lo recibimos y con ellos, como protagonistas verdaderos de nuestro futuro más inmediato.


Crecer es un reto y proyectarnos es un deber que hay que cumplir, reclamando el derecho a enfocar la educación en la esfera de relación padres-hijo, permitiendo la contribución de familiares y amigos en un escenario donde todo se comparte con el único propósito de aportar para el desarrollo integral del niño y del adolescente, en su lanzamiento a un mundo de puertas abiertas, repleto de oportunidades y limitantes.

Dr. Juan Aranda Gámiz



martes, 25 de diciembre de 2012

OTRO AÑO DISPONIBLE PARA SER PADRES


OTRO AÑO DISPONIBLE PARA SER PADRES

Hemos terminado una parte de la tarea y vemos crecer a nuestros hijos, enfocados en su nueva etapa de crecimiento y nosotros de decrecimiento, pero con nuevas esperanzas de ser cada día mejores padres en un mundo que va a ser de ellos.

Tenemos por delante otra tarea, la de unos entusiastas que han aprendido de una historia de vida y quieren seguir proyectados para cambiar el rumbo de los acontecimientos de la vida diaria de nuestros hijos.

Hemos superado avatares y desencuentros, aliñados con voces, gritos, malentendidos y hasta sobresaltos, pero cuando se hace balance nos damos cuenta que el promedio siempre es favorable en el total de los totales, con lo que podemos decir, a sabiendas que hemos depositado mucho empeño en nuestra tarea, “suma y sigue”.

Nos hemos alimentado de horas de espera en la madrugada, malos tragos con las calificaciones, miradas tristes por alguna mentira de la adolescencia y desenfados que arrancaron un perdón y nos supo a gloria.

Hubo crisis de valores y de bolsillos de adolescentes inmaduros, nos enfrentamos a fines de semana de castigo, porque también nosotros sacrificamos nuestros ratos libres por vigilancia de sufrimiento, por ellos y nosotros.

Dedicamos oraciones y ruegos, no faltaron santos con notas y mensajes en el buzón para que se acordaran de nosotros, monedas y limosnas para que se compren unas chucherías los encargados de las buenas conductas, allá en el cielo y practicamos el olfato de un can amaestrado para percatarnos que no había intromisiones algunas en su vida.

Conocimos a amigas y amigos, algunos más desorientados que otros, pero todos los que seleccionamos es porque les sirvieron de apoyo y nos animamos a escucharles cuando nos narraban que sirvieron de soporte para otros, en peores circunstancias que las suyas.

Tuvimos que conversar con el vecino, pedimos explicaciones a algún profesor, contemplamos a nuestro hijo en la fiesta de Navidad para padres, interpretando algún papel y, en ocasiones, en un idioma extranjero, ensanchamos la casa para que entre todo el mundo y nos acercamos a los abuelos, como aliados, para que nos ayuden en la tarea educativa.

Olimos a tabaco y quisimos que no lo notaran, limpiamos zapatos del barro de esa calle con la que no nos llevamos bien, encontramos cartas de desconocid@s y revistas que nos anuncian que andan desconcertados con su cuerpo.

Todo ha sido parte de la tarea de un año que acaba y tenemos que hacer un cursillo rápido para empezar el siguiente. ¿Dónde? –Pus aquí, en “Escuela para padres!

Vuestro amigo, que nunca os falla.

Juan Aranda Gámiz. 

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