Un reto prometedor


Querer, desde el corazón de un padre y el alma de una madre, es un reto que hay que afrontar para presentar al mundo un ser humano cargado de historia y empuje. Es prometedor reconocerse como consejero y orientador en la vida de tu hijo-a, pues al adoptar una actitud responsable vamos forjando el libro del crecimiento y las páginas de las oportunidades.

Para ello debemos formarnos, preguntarnos y respondernos, como la única estrategia para aprender lo que necesitan y devolverles el mundo que le pedimos prestado en mejores condiciones que cuando lo recibimos y con ellos, como protagonistas verdaderos de nuestro futuro más inmediato.


Crecer es un reto y proyectarnos es un deber que hay que cumplir, reclamando el derecho a enfocar la educación en la esfera de relación padres-hijo, permitiendo la contribución de familiares y amigos en un escenario donde todo se comparte con el único propósito de aportar para el desarrollo integral del niño y del adolescente, en su lanzamiento a un mundo de puertas abiertas, repleto de oportunidades y limitantes.

Dr. Juan Aranda Gámiz



martes, 25 de septiembre de 2012

¿ES BUENO QUE SE NOS NOTE EN LA CARA?

Pasamos por la vida creyendo que todos los demás son simples espectadores en el teatro de la vida y que podemos esconder nuestros sentimientos y nuestras apreciaciones, pero la verdad es que a pesar de lavarte y ducharte, empolvarte y masajearte con un excelente perfume, colorearte y peinarte con un afán revoltoso, todo se nos nota en la cara. 

Creemos que podemos esconder nuestra ansiedad porque llega el momento del parto o nuestras iras por algún imprevisto que alteró nuestros planes, un comentario que trastornó el rato en que nuestro hijo jugaba abiertamente o un roce con el vecino al comparar a los niños y destacar en el otro lo que no encuentras en el tuyo.

Pensamos que podemos maquillar nuestro coraje por unas malas calificaciones o un comentario que se regó por el vecindario, teniendo como protagonista nefasto a nuestro hijo, un aspecto o una enfermedad que lo señala o un trastorno que lo mantiene escondido y sin capacidad de relacionarse con los demás.

Soñamos con que nadie se percate de nuestro adelgazamiento por el sufrimiento de que un hijo no come, desconocemos si es el momento para llevarle a un profesional porque aún se orina en la cama, una hija que menstrúa a una edad muy temprana o llevamos el dolor de un hijo adoptado y que no conoce sus orígenes, aunque tengamos incertidumbre al comunicárselo porque adopte una actitud de huida.

Reflexionamos y salimos a la calle sonriendo con una máscara de felicidad, pero detrás se esconde la verdad de un hijo alcohólico o drogadicto, un tratamiento prolongado por una epilepsia que no se controla o una enfermedad incurable y alguien nos dirá, algún día, que se nos nota en la cara.

Crecemos y nos cambiamos de residencia para esconder que nuestra hija es madre soltera, nuestro hijo discapacitado no se integra fácilmente o alguno de nuestros hijos atraviesa situaciones dramáticas de desempleo forzado o aislamiento impuesto al haber cometido algún delito.

Masticamos la rabia de no tener una herencia que transmitir y legar, vivir ausentes por la demencia de alguno de los progenitores, tener que desplazarse en autobús por no tener vehículo propio, vivir alejado y tener que caminar para subsistir y aprender, pedir limosna cuando otros estropean libros de texto o mirar cómo se deshilacha la cortina maltrecha de la sala, porque separa dos cuartos improvisados, en lugar de ver una televisión de última generación.

A pesar de todo lo que nos pase, como padres, es bueno que se nos note en la cara y no tengamos que pintarnos y disfrazarnos a diario, ello implica que hemos aceptado nuestra condición y nuestra verdad, nos conocemos cada día mejor y somos personas de apoyo, no padres agotados por la vergüenza ni el deshonor de nada ni de nadie.

Sí, definitivamente es bueno que se nos note, porque a pesar de que nos señalen, en la verdad bien transmitida podemos hallar el consejo que nos ayude a abrir una ventana de esperanza para poder resolver el problema y luego servir de guía a otros padres para que puedan construir su proyecto de familia sin que tengan miedo de que se les note a ellos en la cara cualquier sufrimiento, disgusto o malestar.

Gracias por seguir siempre ahí. Vuestro amigo. JUAN

No hay comentarios:

Publicar un comentario